A través de un comunicado, el Real Zaragoza escenificó ayer la tirantez, la tensión y el enfado importante que, ahora mismo, mantiene con el consejo de administración del Numancia. La postura resistente de Víctor Martín, representante del club soriano en las negociaciones en la Liga de Fútbol Profesional (LFP) de la propuesta de modificación del convenio concursal de la Sociedad Anónima Deportiva aragonesa, ha sido la gota que ha colmado un vaso que ya estaba lleno de irritación por motivos diversos y de diferente índole en años anteriores, aunque en público no lo pareciese.

El Zaragoza se siente herido y ha actuado en legítima defensa de sus intereses, pagando con la misma moneda con la que el Numancia le cobró, un posicionamiento aplaudido por su masa social. El fútbol es una fiesta en cualquiera de sus vertientes, también desde la confraternización entre ciudades vecinas y bien avenidas, como es el caso. Así se ha vivido en Soria estos años con un ambiente excelente entre aficiones, que el domingo tendrá una medida menor. El problema ya es irresoluble para este partido. No debería serlo en el futuro si hay buena voluntad. Por ahí acababa el comunicado del Zaragoza y por ahí deberían empezar ambos clubs, por trabajar por recuperar la armonía y que aquella fiesta popular entre aficiones vuelva a fomentarse y a ser lo que ha sido.