Pascual Pardos llevaba encerrado en huelga de hambre desde el día 10 de febrero en la iglesia de San Agustín. Han sido 18 días sin ingerir alimentos, y las secuelas físicas serán muy difíciles de eliminar.

Sólo las sufrirá Pascual. Las lesiones psicológicas que le ha producido, tanto a Pascual como a su familia, tardarán bastante más en borrarse. Las múltiples muestras de solidaridad que han estado recibiendo, tanto a nivel personal como de diferentes organizaciones políticas, sociales y sindicales contrastan con la falta de una solución inmediata.

Todos aquellos que hemos acompañado a Pascual en uno u otro momento durante su encierro, y sea cual sea el final de esta desigual lucha, tendremos para siempre una deuda de gratitud. Todos los que nos hemos acercado por la Iglesia de San Agustín hemos conocido a un hombre con convicciones y de su valor y su ejemplo debemos nutrir nuestras conciencias.

Gracias don Pascual, y ánimo, esta su/nuestra batalla por la dignidad la está ganando con su coraje y su decisión. -- Raúl Ariza Barra. (Zaragoza) M