POLITICA

Sean consecuentes

***Ernesto José Pérez

***Zaragoza

Durante este mes de febrero, los medios de comunicación han publicado la noticia de que la CHA propugna una iniciativa para que en todas las poblaciones de Aragón desaparezcan los nombres y símbolos que aún quedan de la última guerra civil y de la posterior dictadura que durante cuarenta años la elevo a cruzada.

Como miembro del Partido Carlista les hago constar que tienen nuestro apoyo en esta iniciativa, y como ciudadano les pido que puestos a cambiar las cosas vayan un poco más lejos y aprovechando que están en el gobierno municipal eliminen la fiesta del cinco de marzo que, por si no lo saben, conmemora un hecho de armas de otra guerra, también civil, y una sangrienta represión posterior al propio hecho de armas.

Por supuesto para los intervinientes derrotados y sus partidarios, cuyo delito fue luchar por una patria plural, que por serlo ha de ser más justa y solidaria.

Esta fiesta la reinstauró por última vez un gobierno municipal formado por mediocres con espíritu populista y la han mantenido las siguientes corporaciones en una actitud vergonzante para todos los zaragozanos, demostrando así que no son mejores que los primeros.

Señores de la CHA, sean consecuentes con sus planteamientos y rectifiquen errores de otros, si no es que también ustedes entienden que unas guerras se deben condenar y otras celebrar, manteniendo así la actitud farisaica y la línea de los últimos años en los que de forma sistemática se ha falseado la historia cambiando unas circunstancias y ocultando otras, con total desprecio hacia los que murieron por un ideal y hacia los que participamos de ese mismo ideal, asumiendo con este comportamiento la filosofía de los partidos mayoritarios en los que prevalece el interés electoralista y la ambición de poder sobre cualquier principio moral o ético.

SOCIEDAD

Una vida de perros

***Sonia Santibáñez Mombiela

***Zaragoza

Detrás de mi casa se extiende un terreno yermo. El otro día, al mirar por la ventana como nevaba, de repente, vi en ese terreno un perro muerto. Lo miré fijamente unos instantes para asegurarme de que realmente estaba muerto. Así era, el animal no se movía y la nieve lo iba transformando poco a poco en una figura invernal y tétrica. En los días que siguieron me olvidé del perro.

El martes, como nevaba otra vez, me acordé de él y allí estaba. Es invierno, pensé... el frío impide el desarrollo de las bacterias que intervienen en la descomposición de la carne etc... Pienso en la India, en los cadáveres flotando en el Ganges... bueno, sigo pensando, materia orgánica que vuelve al suelo de donde han salido todos los seres vivos. Un perro muerto es menos que nada, estiércol para la tierra.

Al final, llamo al servicio de Información del Ayuntamiento. La señorita me da el número de recogida de animales de la empresa encargada de esos menesteres.

Los llamo, poco después vienen y se llevan el despojo. Un perro, el mejor amigo del hombre... será para los que tienen dueños que anhelan su compañía, sino, les espera el abandono, el asilvestramiento o morir en la carretera.

Nacer y morir, el mismo proceso para todos los vivientes y mientras tanto una vida de duración variable, acompañada o no de fortuna, según el perro... o el hombre. Para la mayoría, nacimiento y muerte, alegría y tristeza, acontecen ante la mirada de sus seres queridos que se encargan de arropar al neonato o de dar sepultura a sus muertos. A veces, desgraciadamente, nos enteramos por los medios de comunicación que algunos mueren solos, en su casa, en su cama, o en el campo, como perros.