TRÁFICO

Vida sobre ruedas

Cuando un insensato entra por la puerta de un coche, la vida sale por la ventana. Y lo malo no es sólo eso, sino que pone en peligro otras vidas que ese día no habían elegido morir ni siquiera inconscientemente. Si no se tiene apego por la propia existencia, hay que tenerla al menos hacia los demás, y quizás así hasta salven la suya. Por ello, no nos cansaremos de repetir que al coger el automóvil hay que concienciarse de lo que tenemos entre las manos; paciencia para con los demás, respetar las señales de circulación y límites de velocidad, y por supuesto, no beber alcohol. Y a esos jóvenes que se van de fiestas por los pueblos de España, darles un consejo que a mi y a mis amigos nos vino muy bien. Salíamos por la tarde al pueblo en cuestión, aparcábamos el coche al llegar, y no volvíamos a casa hasta el día siguiente. Cuando se acababa la juerga, o nos quedábamos a dormir en alguna peña, o bien, en el mismo coche. Mira que recorrimos fiestas y nunca tuvimos un accidente. Hacer lo mismo y podréis contarlo, que es lo principal. La vida es demasiado bonita como para perderla por cuatro cubatas de ginebra y acelerador. Javier Gómez Calvo. Zaragoza

SOCIEDAD

España profunda

En la sociedad española, en su estrato más profundo, pervive y actúa un espíritu, una fuerza unificadora que resiste cualquier intento desintegrador. Es la esencia permanente, indestructible, de la Patria. Las entusiastas y multitudinarias adhesiones a los príncipes de España y a la Monarquía, estos días, significan algo más que unas demostraciones populares de cariño y admiración. Hay en ellas un trasfondo político de afirmación de la unidad de España y de su permanencia como gran nación entre las grandes del mundo. Haremos bien todos, pero especialmente quienes asumen responsabilidades de gobierno y los dirigentes políticos, en auscultar este potente latido nacional que golpea las arterias, las estructuras del Estado, y lleva a ellas su flujo regenerador. Y actuemos en coherencia. El pueblo quiere lo mejor. No lo defraudemos, no lo traicionemos.

Ojalá no se estén empezando a cumplir las peores expectativas en un inquietante y doloroso desengaño. La prudencia política aconseja unir talante, diálogo, consenso... y acción consecuente. Tengamos olfato y capacidad para distinguir el grano y la paja, los mensajes honrados y los envenenados, la espontaneidad y las fijaciones. "Por sus frutos los conoceréis", a quienes persisten en la condena de una guerra, cumplidamente sancionada, lanzada sin piedad y sin cesar, al rostro como "ilegal, inmoral e injusta", callando e intentando ocultar la mejor gestión que político alguno haya desarrollado en España. Una buena parte de los ciudadanos son muy conscientes de ello y juzgan con mayor ecuanimidad la intervención de España en la misma, sólo humanitaria.

España necesita, ante todo, asegurar y fortalecer la unidad frente a tantas fuerzas disgregadores, nacionalistas e independentistas, que pretenden romper esta unidad y romper España. Unidad que incluye la pluralidad, los valores de las distintas autonomías, sus lenguas.

En este empeño por la unidad, está en primer lugar la Monarquía. Dejémonos de prejuicios atávicos que más o menos hayamos podido tener y démosle a la Monarquía el voto de confianza por el mejor bien de España. En estas circunstancias, más que conveniente, es necesaria la Monarquía.

Joaquín Costa, en referencia a la organización del Estado bien como República o como Monarquía, dice "me da lo mismo república o monarquía, con tal que se den en democracia". Nuestra Monarquía es parlamentaria y democrática. Y de ello, nuestros reyes dan buena muestra, tanto que se han ganado el respeto, el cariño y la adhesión de todos los españoles. Ramón Bestué. Zaragoza.