¿Qué tienen en común la catástrofe y la guerra? Que son las causas principales de muertes en masa. La diferencia es que las catástrofes son debidas a fenómenos naturales y la guerra es una forma ideada por los humanos para matarse entre ellos. Los países avanzados han conseguido, en buena parte, minimizar los daños de las catástrofes naturales. El mundo observa que la carrera armamentista es compatible con la disminución drástica de los muertos. Uno ya es demasiado, seguro, pero es un hecho que en los últimos 70 años, desde el fin de la segunda guerra mundial, los ciudadanos de los países occidentales han vivido en paz y con notable bienestar, sin sufrir en exceso por las guerras que unos cuantos de ellos han desencadenado, siempre lejos de sus territorios. Las guerras, para los pobres del tercer o del segundo mundo. De manera parecida, las consecuencias nefastas de los terremotos, las erupciones volcánicas o las inundaciones son proporcionales a la pobreza de quienes las sufren.

Mientras la Tierra dé para mantener a más de 7.000 millones de humanos con alguna perspectiva de prosperidad, será escaso el peligro de una tercera gran guerra. Según aproximaciones fiables, y a pesar de las apariencias, los muertos anuales por suicidio en el mundo igualan al de víctimas de las armas sumando las de los conflictos bélicos y los asesinatos. En la primera mitad del siglo XX murieron entre 50 y 80 millones de seres humanos a causa de las guerras. Ahora contamos las víctimas por centenares o pocos miles. El ideal, que es la eliminación total de la guerra, todavía queda lejos. ¿Lo veremos? ¿Se conseguirá por este camino?

Sabemos que la historia no es lineal, que los imperios del pasado han caído, que las crisis no son previsibles. Pero también sabemos que los países son cada vez más interdependientes, menos autosuficientes y se entrelazan con más intereses en común. Estos intereses son precisamente la mejor garantía para la disminución de los conflictos bélicos. La prudencia aconseja considerar que todo es provisional y cogido con pinzas, empezando por la economía global. Vivimos sentados en la falda de un volcán alimentado por las ambiciones de poder y de dominio. El tablero de la geoestrategia presenta complejidades y riesgos crecientes, de forma que no hay lugar para afirmaciones tajantes sobre el futuro.

Pero si no hemos vencido los riesgos de conflictos armados a gran escala, debemos considerar que la disuasión aleja el peligro. Suponiendo que alguien lo desease, nadie está preparado para un enfrentamiento directo contra la capacidad militar de Occidente. Es condición inherente a todas las guerras, a todas, la creencia de los contendientes en las posibilidades de victoria. Si un bando considera que las suyas son nulas, no hay guerra sino sometimiento, a veces después de una etapa de guerrilla o terrorismo.

No pocos expertos se preguntan sobre el peligro de los focos actuales de conflicto. ¿Cuáles pueden derivar en guerra a mayor escala? ¿Ucrania? ¿La conquista de Somalia por Arabia Saudí y sus aliados? ¿Los múltiples escenarios de guerra de Oriente Próximo, que vive un notable proceso de desestabilización desencadenado por Bush? No lo parece. ¿Entonces? ¿Las rivalidades entre China y sus vecinos? ¿La permanente hostilidad entre la India y Pakistán? Si incluso disminuyen las desavenencias graves en el gran continente americano, de norte a sur, ¿es probable que Europa vuelva a ser el escenario de una guerra como las mundiales? ¿Y Asia? ¿Hasta qué punto son de temer Irán o Rusia?

Si Irán se ha sentado, a regañadientes, en la mesa de negociaciones es porque las sanciones económicas funcionan. No ha habido necesidad de acciones militares. Si Rusia se ha conformado con recuperar Crimea y una franja de Ucrania en vez de emprender la conquista de todo el país es para salvar el honor imperial sin desafiar a Occidente de manera abierta. Rusia es demasiado dependiente y obsoleta para ir más allá. Si compra un portaviones de última generación a Francia, que se lo acabará vendiendo, es porque no lo sabe hacer. Un país sin grandes concentraciones de cerebros es enemigo pequeño. China sí los tiene, pero apenas construye su primer gran portaviones. Por ahora, los americanos son los únicos que surcan todos los océanos y disponen de bases inexpugnables en todo el planeta. Eso va a durar cuando menos unos cuantos decenios. Mientras el desequilibrio de fuerzas sea tan abismal a favor de Occidente, el riesgo de guerra grande será bajo o muy bajo. No nos traguemos la propaganda de la industria bélica. ¿Y el riesgo de gran catástrofe planetaria? Este sí que se acerca, pero es aún más difícil de percibir. Y de esquivar. Escritor