El Ministerio de Educación creó en 1991 los Premios Miguel Hernández para reconocer en la educación de adultos, la importancia a la eliminación de las desigualdades ante la educación y a la supresión de las discriminaciones de los grupos desfavorecidos ante la formación básica, así como la labor realizada por instituciones públicas o privadas sin ánimo de lucro en la supresión del analfabetismo, tanto el tradicional como el generado por el progreso científico y tecnológico. El nombre del poeta de Orihuela no es baladí, ya que tras abandonar pronto la escuela, de adulto se convirtió en un gran poeta. Todo un paradigma del aprendizaje permanente.

En el 2013 resultaron premiados los siguientes: 1° premio, CEPER Polígono Sur de Sevilla; 2°, CEPA San Cristóbal de La Laguna de Tenerife; 3°, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl de Madrid; y con menciones honoríficas el CEPA Alfindén de Zaragoza y Radio ECCA de Gran Canaria. Vaya a ellos mi reconocimiento. Mas no es esta la cuestión. En la entrega de premios el 24 de junio de 2014 en la Biblioteca Nacional de Madrid, no pudieron pronunciar por razones de protocolo sus discursos preparados y conocidos previamente por las autoridades educativas ni el centro ganador, ni el del segundo premio, los dos centros públicos. Lo hizo el del tercero, Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl de Madrid, cuya representante en connivencia con la administración se autoproclamó portavoz de los premiados, sin haberles consultado para asumir tal privilegio.

Mostraré lo fundamental del discurso que habían consensuado el personal y los estudiantes del Polígono Sur, pleno de calado ideológico y de compromiso crítico con la situación actual, algo exigible en un centro educativo, no en vano, el preámbulo de la LOMCE especifica "el aprendizaje en la escuela debe ir dirigido a formar personas autónomas, críticas, con pensamiento propio". Cada cual podrá sacar sus conclusiones. En mi caso, manifiesto mi profunda indignación y vergüenza ante un acto de censura como este, y más proviniendo de las máximas autoridades educativas del Estado. No pueden estar en un ministerio, que se llama de Educación, Cultura y Deporte, unos personajes con comportamientos, que nos retrotraen a la dictadura.

TRAS MANIFESTARSE orgullosos por el Premio Miguel Hernández, el "poeta del pueblo y del compromiso", mostraron su agradecimiento a la escuela pública y a todas las entidades e instituciones que la defienden y apuestan por ella, aún en los tiempos que corren, porque es la única que pertenece al pueblo, que construimos día a día todos y todas y que asegura una educación laica, igualitaria, y de calidad a las personas, independientemente de su origen, nivel socioeconómico o creencias. Un futuro donde la ciudadanía se desarrolle integralmente, desde la libertad de pensamiento y el espíritu crítico, pasa por defender la educación pública, como el mejor motor de transformación social.

Gracias a Andalucía, por (como dice el himno), "levantarse y pedir tierra y libertad",en la que en contra de los tópicos, los hombres y mujeres se levantan cada día con la esperanza de un futuro mejor y se forman y trabajan para ello. Como Miguel Hernández describió en su poema Vientos del pueblo, "andaluces de relámpagos, nacidos entre guitarras y forjados en los yunques torrenciales de las lágrimas."

Este premio pertenece al Polígono Sur porque pese a cargar con la lacra social y el aislamiento que este injusto sistema y los medios de comunicación perpetúan, el barrio es mucho más que el morbo de las 3.000 viviendas, que se empeñan en retratar. Su gente, sueña con transformar los 6 barrios de esta castigada zona de Sevilla, con las cifras más altas de desempleo y donde aún existe analfabetismo. No parten con las mismas oportunidades. Pero se levantan día a día para formarse y poder trabajar dignamente. Son un ejemplo de comunidad vecinal, de lucha y dignidad. Por eso es tan importante la educación, y la escuela pública, la única presente en la zona, la que ofrece oportunidades a todos. El Gobierno y la sociedad deben ser responsables e invertir más, en aquellos que menos han recibido y que más lo necesitan. Eso es justicia social. Cualquier proyecto educativo, que priorice la competitividad hacía la sociedad de mercados, que segregue o que establezca carreras de competición entre sus centros educativos, se estará equivocando.

Este premio, lleva el nombre de un gran poeta, que participó en la Misiones Pedagógicas de Alejandro Casona, en la II República y llevó la cultura a las aldeas más desfavorecidas. Las Misiones Pedagógicas repartieron 5.522 bibliotecas con más de 600.000 libros, y es que, si la poesía, como dijo Gabriel Celaya, "es un arma cargada de futuro", que debe implicarse y ser altavoz de los oprimidos, la educación es el motor más poderoso para construir un mundo, en el que la solidaridad, la igualdad, el compromiso y el trabajo compartido sean los pilares que formen a sus ciudadanos. Los que creemos en la escuela pública, seguiremos defendiéndola y demostrando que cualquiera, por más dificultades que tenga que enfrentar, si se cree en ella, puede llegar a la Universidad. Profesor de instituto