Lo clásico es que las elecciones se ganen por el centro. Incluso Podemos ha asumido que sin pasar por ese aro no se va a ningún sitio. La centralidad es una caña transversal válida para todos los caladeros y Pablo Iglesias y compañía afrontan desde ya una travesía menos tormentosa. La incapacidad de Juan Carlos Monedero para manejarse en mensajes atemperados ha pesado más que su desgaste frente al ministro Montoro. Y su ansiedad por pasar factura a las deudas (personales) pendientes se le ha vuelto definitivamente en contra. Desde lo alto de la ola se cae antes.

Mientras, Ciudadanos se desliza con cautela por la vieja idea de la recentralizacion y cuenta para desplegarse por el ancho del tablero con firmes apoyos del mundo empresarial, siempre atento a nuevas cestas donde poner huevos. Muy explícito es el respaldo del sector turístico, por lo que Rivera ha correspondido al guiño proponiendo una bajada del IVA para la hostelería del 10% al 7%. Y el PSOE, que siempre creyó que el centro era solo suyo, busca la legitimidad en su propia herencia, recordando recurrentemente que sus decisiones edificaron el Estado de bienestar pero olvidando su corresponsabilidad en el austericidio que lo deshace. Difícil equilibrio.

Caso aparte es el PP, que no busca un lugar ideológico sino atrincherarse en el poder. Su máxima autocrítica (en realidad, falso debate) es que volcados en la gestión han descuidado la comunicación. Pero no es eso lo que se desprende de lo que ha dicho el ministro de Justicia sobre las filtraciones de sumarios, ni de la manipulación en medios públicos que se ve tan de lejos que lo ha denunciado el Financial Times. O de las 71 veces que el grupo parlamentario ha impedido que Rajoy compareciera en el Congreso. La autocomplacencia obsesiva de los populares rezuma una insensibilidad obscena.

En cualquier caso, en la pelea que unos afrontan con la finura de un maestro de ajedrez y otros con la rudeza de la defensa del Aleti, es evidente que en el país campeón de Europa de la desigualdad el ansiado centro político ya no coincide con el centro social, hogar de la clase media y de la estabilidad. Falta saber si los contendientes se han dado cuenta. Periodista