A propósito de la polémica por la colonia de gatos en el Teatro Romano de Zaragoza, el Instituto de Salud Pública ha encontrado en el terreno un hongo que puede provocar el contagio de la tiña. El concejal responsable, Fernando Rivarés, se defiende de la evidencia diciendo que los pequeños felinos que habitan el espacio no tienen la enfermedad, pero lo cierto es que los trabajadores han llevado trajes de protección cuando salían a la arena. Que todo esto ocurra en una ciudad bimilenaria con un patrimonio tan importante, es surrealista. Si César Augusto levantara la cabeza quizás mandara levantar en la ciudad que le honra un circo y no un teatro, y en vez de gatos directamente soltaría unos cuantos leones.