Los rumores corren como la pólvora y las noticias falsas (fake news) se multiplican como la mala hierba, se propagan cual pandemia, ponen en peligro la supervivencia de los sistemas democráticos y la reputación de los mass media. ¿Qué hacer con un virus tan peligroso y difícil de detectar? Las tecnologías cambiaron el mundo y la forma de consumir información. Hoy, solo un 30% de los consumidores digitales acude a las webs de los medios, el 70% restante se informa en otras plataformas. Google y Facebook manejan el mundo y las informaciones falsas se apoderan de la red para influir en debates sociales, intervenir procesos electorales. Lógico que haya que tratar de poner freno a tal inquietante fenómeno que amenaza la continuidad del más antiguo de los actores de la sociedad internacional, los estados. Ante semejante panorama, es entendible la postura de algunos como Francia e Italia que pretenden combatir las noticias falsas promoviendo legislación concreta, frente a otros como Bélgica que no comparten esa fórmula. No les falta razón a estos últimos, pues las prohibiciones legales no han solido ser la mejor de las soluciones a problemas de tal envergadura. Es necesario elaborar un buen plan de contingencia y pensar las medidas más eficaces. Y en ello está la UE, punto positivo para la Comisión Europea, que está consciente del peligro y pretende diseñar una estrategia común. Y es que nada mejor para combatir un mal endémico, que atajarlo con una medida comunitaria. Ojalá que la Unión sea capaz de encontrar un buen ciao (adiós) a las fake news.

*Periodista y profesora de universidad