Ni se me ocurrió pensar que la presidenta de nuestra comunidad, dos expresidentes de la misma (uno del PP y otro del PSOE), el consejero del ramo, un secretario de Estado venido de Madrid expresamente y algunos regantes de hecho, que los expectantes no creo que fuesen, se reunieran para celebrar el centenario de la Ley de Riegos del Alto Aragón y no para criticar severamente, que no haya bastado un siglo para cumplir los objetivos de aquella Ley de 7 de enero de 1915. Se puede celebrar un acto para dar realce a una fecha memorable y no para justificar que no se ejecutara cuanto la Ley preveía ni en tres veces más tiempo del previsto.

Dicha Ley autorizaba al Gobierno "para ejecutar las obras de Riegos del Alto Aragón con agua de los ríos Gállego, Cinca, Sotón, Astón y Guatizalema, en toda la extensión necesaria para regar las zonas de Sobrarbe, Somontano y Monegros" y añadía que "la ejecución de las obras habrá de realizarse en un plazo máximo de veinticinco años" que se incumplió no solo por la guerra civil sino por la apática y constante dejación del Poder Central y también, ¡también! esa es la verdad, por la atonía de nuestras instituciones, demasiado comprensivas con las excusas moratorias de Madrid, antes y ahora.

No se explicaron que uno sepa, las razones del acto: ¿por qué y para qué?, ¿acaso para que nos acostumbráramos a creer que las promesas políticas convertidas en leyes, garanticen algo? Repito que pasaron 75 años además de aquellos 25 y aquel acto más que una confesión colectiva de culpas parece la petición de un nuevo aval que considero bochornoso.

Opino que el acto debió ser un encuentro la mar de surrealista, algo así como una ideación del subconsciente con su dosis de irracionalidad ni revolucionaria ni progresista, desde luego, aunque escandalosa, sí. De haberse celebrado aquel encuentro en el día de los Santos Inocentes, muchos lo habríamos interpretado como una broma de mal gusto pero no habiendo sido así, la noticia revestía caracteres de socaliña, de ardid o trampa para que renováramos la confianza de que en algún siglo de los futuros, se acabarán las obras aunque apenas queden allí para entonces, monegrinos de los de secano.

Pero no siendo lo acaecido una broma, cualquiera se pregunta por el significado que pueda darse a acto tan impensable, porque la mejor excusa a lo que no se hizo, hubiera sido ni reunirse ni decir palabra; reunirse para celebrar un incumplimiento tan grave, me parece insólito.

Rudi ensalzó en su intervención, la defensa del agua como "un emblema de Aragón" expresión llevadera pero no la más adecuada para emplearla retóricamente en un día en que se intentaba explicar lo inexplicable, esa demora de 75 años y "la que te rondaré morena". El día de "cumplesiglos" tan nefasto, solo era apropiado para liderar una dura protesta frente a cuantos hoy o ayer, sí permitieron esas lamentables resultas en algún tiempo de esa añosa centena; también son responsables, quienes desde Aragón se unieran "al coro de los grillos que cantan a la luna".

Allá por septiembre de 1974, Franco recibió en El Pardo a la Diputación Provincial de Zaragoza que entonces presidía el firmante y le expuse la desazón aragonesa ante el ya entonces largo retraso de las obras hidráulicas que nos concernían y el temor de que aún se demorasen más como ahora, queda en evidencia. Franco contestó galaicamente y luego tras las fotos y mientras nos iba despidiendo, me hizo esta pregunta: "presidente, ¿qué obras de regadío quedan por hacer en Aragón? Tuve que contestar muy escuetamente, claro: "Excelencia, una gran parte de las comprendidas en la Ley de 1915 y otras como las de la margen derecha del Ebro pero al MOPU sólo parece preocuparle ahora, el trasvase a Barcelona".

Franco agradeció lo que le había dicho y no hizo más comentarios, pero salí con la impresión de que no estaba bien informado de todo aquello. Ahora en plena democracia, no creo que existan razones que justificaran esa demora secular ni la absurda celebración que abiertamente critico y así quiero dejar constancia pública de ello.