Es la nueva ley del talión al estilo de Israel: cien ojos por cada ojo, cien dientes por cada diente, una espiral de sangre y venganza que se mantiene desde hace décadas con la complicidad de EEUU y la inacción de la UE. La penúltima vez que el Ejército israelí invadió la franja de Gaza, durante la criminal operación Plomo Fundido de principios de enero de 2009, murieron 1.434 palestinos: 960, civiles, de los que casi un tercio eran menores de edad. El Gobierno de Israel rebaja la cifra hasta solo 1.166 palestinos y admite entre 475 y 295 víctimas civiles. ¿Los muertos del lado de Israel en esta carnicería? Cuatro civiles y nueve soldados: 13 personas en total. Trece frente a más de mil. Y de esos nueve soldados, cuatro murieron por fuego amigo; como consecuencia de unos bombardeos tan quirúrgicos que hasta mataron a sus propias tropas.

La segunda parte de Plomo Fundido ha cambiado de nombre: se llama operación Margen Protector. Suena más humanitario, pero se mantiene la misma vengativa proporción: por ahora van 33 víctimas israelís frente a 715 palestinos muertos. Muchos de ellos igual de inocentes que esas 298 víctimas del avión derribado en Ucrania que tanto ha movilizado a la comunidad internacional. Lo que está pasando en Gaza no es una guerra, es una matanza. Hacen falta dos estados para una guerra y Palestina no lo es: es un territorio ocupado temporalmente desde hace 47 años.

Gaza es la consecuencia de esa ocupación, un enorme gueto, un lugar donde es imposible lanzar más de 1.500 toneladas de bombas sin que las víctimas inocentes sean centenares. ¿La respuesta de Israel a esta evidente desproporción en la respuesta militar? Conviene escuchar la entrevista en la SER a Roni Kaplan, uno de los portavoces del Ejército israelí. "En la segunda guerra mundial murieron 500.000 británicos y 7,5 millones de alemanes y no quiere decir que los alemanes tuvieran la razón", asegura Kaplan con el cinismo de alguien cuyo trabajo consiste en justificar ante la prensa estos crímenes de guerra. No puede ser más falaz: además de los 500.000 británicos, también murieron casi 26 millones de la URSS, por no hablar de los seis millones de judíos. Kaplan llega a hablar de la "moral europea" cuando le preguntan por los cuatro niños palestinos que murieron bajo los disparos de un buque de guerra israelí mientras jugaban al fútbol en una playa. Como si hubiese distintos órdenes morales humanitarios capaces de justificar una atrocidad así. Periodista