Teruel lleva quince años esperando un nuevo hospital público que reemplace al vetusto Obispo Polanco y mejore la calidad asistencial. Si la legislatura pasada los retrasos devinieron de los riesgos sísimicos en la parcela elegida para levantarlo, en esta se centran en la reclamación de un servicio de radioterapia que podría obligar a modificar las características del proyecto. Obviamente, un acelerador requiere de un búnker, entre otras necesidades constructivas. Mientras los turolenses recogen firmas para que el nuevo centro incorpore este servicio, en la DGA falta claridad sobre la decisión. Sí o no al acelerador, y qué supone la decisión respecto de los plazos. Es tan fácil como resolver con claridad estas dos incógnitas.