Lo explicó Guil tras la sonrojante derrota en Manresa, metáfora perfecta del derrumbamiento del Tecnyconta en la recta final de la temporada. Antes del partido del Nou Congost, Cargol, segundo entrenador, exjugador del equipo y afincado en Zaragoza desde hace años, se reunió individualmente con los miembros de la plantilla, especialmente con los que solo llevan un año, para explicarles qué significa el baloncesto en la ciudad, cuál ha sido y cuál es el alcance social del club y qué había en liza en el partido que luego esos mismos jugadores perdieron de manera ofensiva: con una lección de abandono colectivo al inicio del encuentro, una demostración de falta de personalidad al final con doce arriba y cinco minutos por delante y con un definitivo máster de inconsciencia deportiva de Jelovac con la célebre técnica.

Entre unas cosas y otras, el Tecnyconta ha llegado a esta situación extrema, con la permanencia en juego a una doble carta: su victoria ante el Estudiantes o la derrota del Betis. Hasta este punto ha arribado por una concatenación de decisiones erróneas, detalles mal gestionados en jornadas concretas y, también, por la nula conciencia de una buena parte de la plantilla de la trascendencia del club al que representan. La despersonalización de muchos equipos ACB, grupos heterogéneos sin identidad común, con jugadores que a veces son incapaces de resguardar su propia vergüenza, ha alcanzado de lleno al Tecnyconta. Antes de Manresa, Cargol les explicó que defienden la camiseta del equipo de una ciudad que ama el baloncesto. Eso es lo que Jelovac, Gecevicius, Benzing, Juskevicius o Fotu deben saber. Por eso juegan. No por ellos, por una historia muy larga y miles y miles de aficionados.