La celebración de San Braulio, patrón de la Universidad de Zaragoza, escenificó unas cordiales relaciones entre la consejera de Educación, Dolores Serrat, y el rector , Manuel López. Más que ser un día de afectos forzados, lo era como última celebración universitaria con un Gobierno que toca a su fin. Lo que no se ha hecho hasta ahora, pocas opciones hay de enmendarlo. Pero la cordialidad no debiera tapar las discrepancias, esencialmente de financiación. Y de despedida, la aceptación de la DGA de que la universidad privada implante el grado de Magisterio, con afecciones a la pública.