Más de 1,4 millones de euros le cuesta a los ciudadanos de Zaragoza eliminar las pinturas de fachadas y mobiliario urbano que realizan jóvenes en su mayor parte. Se creen que son artistas y solo son vándalos. Seguro que en sus casas no se atreven a manchar ni el baño, pero en la impunidad de la oscuridad y del anonimato se lanzan a pintar todo lo que ven.