La lectura de la crisis económica y las políticas que se aplican responden a un análisis del problema en el que los culpables son los ciudadanos, y en algún caso los gobiernos, de determinados países que han gastado mucho y mal, más allá de sus ingresos normales. Por tanto, las medidas de ajustar y reducir los gastos de este periodo de irracionalidad y despilfarro parece la consecuencia lógica, que permita equilibrar los gastos a unos ingresos que ya sabemos han caído.

Pero esto es el relato interesado de los autores del crimen. ¿Quién y por qué ha gastado? En el caso español, quienes han gastado más de sus ingresos ordinarios, en el periodo de crecimiento desde 1995 hasta 2007, han sido empresas y particulares, mientras que el sector público español ha ido, hasta el comienzo de la crisis 2008, reduciendo sus deudas y cerrando con superávit los últimos años. O sea, lo que ya sabemos: el endeudamiento en España es básicamente privado, aunque haya crecido mucho el público en estos años de crisis. ¿Y por qué nos hemos endeudado tanto en estos años del euro? Los tipos de interés eran bajos, estimulados en parte por el BCE y había un exceso de ahorro en determinados países desarrollados como Alemania que nos prestaban por la seguridad de una moneda común, porque aquí encontraban un buen lugar para rentabilizarlo y porque les permitía continuar su política exportadora. Un círculo virtuoso para ellos y muy costoso para nosotros porque se traducía en una pérdida de tejido productivo industrial y de competitividad en general. Todo ello con la connivencia de nuestro sistema financiero que optó por el camino fácil de utilizar esos recursos financieros para alimentar la burbuja inmobiliaria. .

Y ahora en la crisis, esos bancos alemanes, etc, que han prestado dinero a los bancos españoles, para que durante ese tiempo nos dieran hipotecas, tienen dudas, bastante bien fundadas, de que puedan recuperar el dinero y ya no prestan más. Se produce un efecto sistémico de pánico y los bancos ya no se prestan entre ellos ni prestan a particulares y empresas y la economía se colapsa- y aparecen los culpables: ciudadanos y gobiernos de los países periféricos. El resultado es que el endeudamiento privado pasa a ser un problema de endeudamiento público, agravado si se tiene que hacer cargo de bancos quebrados. Al final, no se puede pagar, la financiación se encarece (prima de riesgo) y nos tienen que rescatar.

Los bancos ya llevan tiempo "apañándose" con sus clientes morosos, pero ¿y los bancos españoles con los bancos alemanes, franceses, etc? Si Ud. amable lector de El PERIÓDICO le debe al banco 1 millón de euros y sus ingresos, por el paro o por la crisis, disminuyen, Ud. Tiene un problema con el banco. Pero si Ud. debe 100 o más millones al banco, el problema lo tiene el banco, no usted. Pues algo así debiera ser la relación entre los bancos españoles y los alemanes. ¿Por qué no ocurre así? En primer lugar hay una poderosa razón: la economía alemana es una potente economía competitiva y exportadora. No hay temor a que falle. En segundo lugar, el BCE responde a las directrices y al peso relativo de la economía alemana en la zona euro. En teoría es independiente pero cuando el crecimiento alemán ha sido escaso, entonces no había peligro de inflación para Alemania pero si para los países periféricos y en consecuencia se aplicaron estímulos monetarios. En tercer lugar, una mezcla de temor al estallido de la zona euro junto a la pereza intelectual de quienes deberían reconocer las dificultades del sistema del euro con la actual estructura institucional y no avanzan los caminos a seguir. En cuarto lugar, el riesgo moral de que una crisis tan profunda y generalizada tendrá la cobertura pública si es necesario. No es lo mismo la quiebra de un banco que la de un fabricante de coches. Y en quinto lugar, una ideología conservadora que atiende a los intereses de los propietarios del capital, sobre todo grandes.

Y para reforzar estas políticas se tienen pruebas y excusas. Aeropuertos para pasear y autopistas sin coches, y la ciudadanía ratifica electoralmente a sus representantes, luego los españoles son unos vagos y despilfarradores. No aprenderán si no se les ahoga. Desde luego, son pruebas contundentes. Pero también hay excusas. La ideología conservadora señala que lo público es malo por definición, los menores recursos, son una excusa perfecta para desmontar el estado del bienestar. Y se nos dice: si hacéis todos esos ajustes os dejamos dinero-.para que sigáis pagando lo que nos debéis. Eso es el rescate: realizar los ahorros necesarios y la subida de impuestos suficiente para que se sigan pagando las deudas con los acreedores internacionales, sin importar los costes sociales y de legitimidad democrática, ni las responsabilidades que cada uno tiene en el desarrollo de esta crisis ni las posibilidades de salir de la crisis con esas políticas. La ciudadanía ya "paga" sus posibles errores del despilfarro con el desempleo y la pérdida de nivel de vida. La banca europea y sus cooperadores necesarios, la española, se libran de asumir ninguna responsabilidad. A perfect crime, del economista James Galbraith (2002).

Economista. Director de la Cátedra Jaime Vera de la Universidad de Zaragoza (jmlasie@unizar.es) y Santos M. Ruesga Universidad Autónoma de Madrid (ruesga @uam.es)