La crisis de los cayucos está despertando algunas conciencias dormidas y obliga a los ciudadanos a no seguir mirando para otro lado. Nos lo recuerda esta semana Víctor Gracia Royo, que reprocha al Gobierno que redoble la vigilancia en el ámbito de las Canarias como única medida para controlar el fenómeno. Siendo cierta que estas fórmulas no son suficientes, no lo es menos que España viene actuando en otro campo: la diplomacia y la cooperación. Es en este terreno donde se acabará poniendo alguna solución, aunque si Europa sigue mirando para otro lado es difícil que el fenómeno se controle del todo.