Los pensionistas aragoneses perderán de media unos 200 euros de poder adquisitivo el próximo año. El dadivoso incremento del 0,25% aplicado por el Gobierno queda muy lejos de la inflación que grava la capacidad de compra de unos ingresos de por si bajos para el colectivo. La media está en 1.114 euros mensuales, pero el tramo más numeroso (unas 34.000 personas) no supera los 655 euros, para ellos, el aumento supone 1,62 euros o el equivalente a dos barras de pan, que puede ser el alimento al que se tendrán que aferrar si persiste esta actualización. Casi la mitad de las pensiones no llega al salario mínimo interprofesional y el 38% de sus beneficiarios roza el umbral de la pobreza. Los sindicatos avisan de que si se mantiene el sistema de revalorización, los actuales pensionistas perderán el 30% de sus ingresos a lo largo del tiempo que los perciban. Un panorama algo más que preocupante y sobre el que se debería actuar antes de que se confirme. Mientras, el mercado laboral que debe alimentar el sistema sigue goteado sus cifras de cal y arena. Aunque la comunidad tenga casi 20.000 cotizantes más que hace un año, octubre sumó otros 2.300 parados y los contratos indefinidos no llegan a uno de cada diez. En Cataluña, el incremento del paro duplicó el del mismo mes del año pasado y es el mayor en octubre de los últimos nueve años, al tiempo que la Autoridad Fiscal advierte de una reducción del PIB español de hasta el 1,2% si el conflicto se enquista. Y cada día que pasa las previsiones del porcentaje aumentan. La suma de crisis se barrunta inmanejable.

*Periodista