El día en que lo iban a matar, Santiago Nasar se levantó a las 5:30 de la mañana...". Así comienza una de las novelas más auténticas de Gabriel García Márquez, con un inicio que nos adelanta de forma deliberada el final de la historia. Pero la rebeldía del autor contra la novela clásica no termina ahí, sino que cuestiona también desde el mismo título su naturaleza literaria. Gabo nos sugiere que las fronteras entre ficción y realidad, entre literatura y periodismo son elásticas, como había hecho unos años antes Truman Capote en A sangre fría (In Cold Blood). ¿Cuánto hay de verdad y cuánto de mentira en las novelas y en las noticias? ¿Hasta qué punto no se encuentran ambos extremos más de lo que pensamos? La novela periodística o el periodismo novelado, que hace más justicia a este género, suponen un punto de encuentro entre dos disciplinas en perpetuo conflicto, vivo desde el origen de todas las civilizaciones, como ponen de manifiesto sus epopeyas, es decir, sus primeras crónicas.

El otro ejemplo, el que arranca en sentido inverso y parte de la verosimilitud, en lugar de la veracidad, para hacer pasar por verdad la mentira, lo tenemos ante nuestros ojos todos los días. Pero volviendo a la novela de García Márquez, esta presenta otro conflicto irreconciliable, el de la vida y la muerte, inesperada por más que se espere no solo para el protagonista, sino también para todos los que le rodean, que nada pueden hacer para evitarla. Y es que la muerte, la única verdad incontestable, es lo que más nos cuesta creernos. La muerte en los libros, en las noticias o en la vida, si es que al final, como propone el autor de esta crónica, no viene a ser todo lo mismo.

Periodista y profesor