Ahora que los ánimos de los colegios privados andan exaltados y se manifiestan pidiendo «Libertad» para sus propios intereses, me vienen a la memoria algunas imágenes vividas. Escenarios donde se imparte educación reglada a los chavales de este país donde en nombre precisamente de la Educación se cometen tantos desmanes de manera cíclica: como cambiar las leyes sobre la materia cada cuatro años o cuando el partido de turno alcanza el poder y quiere dejar su maldita huella en algo tan sutil, importante y decisivo como la formación de nuestros hijos. O no escuchar a los docentes que se vuelven locos adaptando los temarios al gusto o capricho del incompetente ministro/ministra de turno. O ejecutar despiadados recortes en la Educación Pública para poder (por ejemplo) seguir pagando la deuda de los bancos. O sacrificar profesores estrechando las plantillas hasta el reduccionismo consciente. O disminuir progresivamente los presupuestos para la enseñanza pública y aumentar progresivamente los presupuestos para la concertada, por la gracia de Dios y para ayudar a las empresas privadas donde se educan casi «gratis» los hijos de la élite política y empresarial. Amén.

Pero hablaba de imágenes, y a eso voy. Recuerdo haber visto los patios de recreo de los colegios e institutos públicos desnudos, con canastas rotas, sin red, aulas de informática con un solo ordenador (puede que ahora haya más); por supuesto sin gimnasios ni nada que se le parezca, pero con profesores magníficos llenos de entusiasmo que suplían ellos mismos las carencias diarias de la falta de recursos. He visitado centros privados concertados que evidentemente tienen patios amplios, canastas con red, incluso algunos tienen zona de césped, gimnasios donde poder entrenar la vitalidad arrolladora del alumnado, aulas de informática bien dotadas, capillas tranquilizadoras, aulas soleadas y bien amuebladas, salas de música, salón de actos, salas de reuniones del profesorado decentes. En fin, una maravilla envidiable para cualquiera persona con sentido común.

¿De qué me quejo entonces? Trataré de explicarme: personalmente me parece estupendo que los colegios privados tengan hasta piscina cubierta, siempre que sean los padres quienes, en el más sano ejercicio de libertad, elijan y paguen el establecimiento educativo a sus retoños pero sin que ese centro magnífico esté subvencionado por el Estado, porque en este supuesto extremo que he puesto como ejemplo estaríamos ante un agravio comparativo intolerable para la mayoría de los ciudadanos. Y lo dramático es que les pagamos la concertada, lo toleramos y callamos.

En conclusión, lo equitativo es cuidar, proteger y elevar la calidad de la educación pública para todos, que es precisamente la que sufre el desgaste, la masificación y el acogimiento a la diversidad. Y si sobra, que se ayude a los centros privados. Como reflexión final, decir que me gustaría ver a la concertada en las manifestaciones contra los recortes y demás agresiones a la Educación Pública.

*Periodista y escritoraSFlb