Con este barullo de la investidura (o lo que haya de venir), no había podido hasta hoy homenajear a Víctor Mora, el recién fallecido guionista de El Capitán Trueno. Fue ese tebeo (lo de llamarlos cómics vino mucho después) una de las principales guías sentimentales e intelectuales que encauzaron mi vida. Por lo cual, Mora y mi abuelo, Matías Gavín, tuvieron mucho más que ver con mi comprensión de la realidad política y mis compromisos posteriores que los libros, panfletos y documentos que pude leer más tarde.

Lo que pasó entonces fue que me convertí en un lector precoz, porque antes de ir al colegio mi madre me enseñó a leer aprovechando una vieja cartilla y las letras de los diarios. Así que me aficioné pronto al TBO que mi padre traía a casa cada semana. Pero como las andanzas de la Familia Ulises dejaron de interesarme bastante pronto, me pasé a las aventuras de El Cachorro y poco después a El Capitán Trueno, que habría de fascinarme durante años. Por supuesto, el dibujo de Ambrós era muy importante porque llenaba de acción cada viñeta y desbordaba la rigidez de otras historietas, como El Guerrero del Antifaz. Pero los guiones de Mora tuvieron la virtud de sugerir un enfoque narrativo que se ubicaba en las antípodas de la propaganda franquista, habitual, por ejemplo, en Roberto Alcázar y Pedrín. Siguiendo las andanzas de Trueno, Goliat, Crispín y la rubia Sigrid, siempre a favor de los oprimidos, siempre en contra de los opresores, yo entendía por qué en casa, por la noche, se sintonizaba la BBC y Radio París o Radio España Independiente, por qué se hablaba en las sobremesas de cosas que era preciso no contar a nadie, por qué pesaba sobre muchos de nosotros (niños incluídos) la oscura sombra de una derrota y el recuerdo de lo que pudo haber sido aquella República vencida. Ya ven: la lectura de lo que ahora denominaríamos novela gráfica se convertía en una sensación subversiva. Así fueron los años 50-60, esos que tanto añoran todavía hoy las gentes de orden.

Por eso déjenme recordar a Víctor Mora, que se ha ido. Pero nos dejó al Capitán Trueno. Para siempre.