Como diría ese portento de la retórica y el argumentario que es Mariano Rajoy, no hay más encuesta que la del día de las elecciones. Hasta entonces, las predicciones demoscópicas solo sirven para detectar la evolución de las tendencias. Y ahora mismo se están dando fenómenos sorprendentes. La cosa está que arde. ¡Jo, jo, jo!

¡Pobre Rajoy! Aceleró para provocar el choque de trenes con Mas, en la seguridad de que esa abrupta confrontación entre nacionalistas tal vez le dejaría fuera de juego en Cataluña (si puso de candidato al tal Albiol es que daba aquello por perdido), pero le permitiría reforzar sus opciones electorales en el resto de España. El tiro por la culata. Ha sido Ciudadanos el partido que ha rentabilizado (¡y cómo!) la maniobra. De repente, la emergencia de un centroderecha civilizado, posmoderno, de diseño y que no está lastrado por el pasado franquista, el confesionalismo y los demás tics reaccionarios amenaza al PP con un sorpasso impensable hace solo unos meses. Sí, se puede argumentar que C's está más hueco que un buñuelo de viento, que sus cargos en los parlamentos autónomos o en los municipios (véase el caso aragonés) no aportan nada al debate. Pero, oye, Rivera gana terreno.

Otros que alucinan viendo como crece C's son los de Podemos. Quisieron ser ellos los continuadores del impulso quincemayista, de la rebelión ciudadana contra la degeneración del sistema, de la alternativa transversal (ni de izquierdas ni de derechas)... Y les ha salido por la banda de estribor una arrolladora competencia, jaleada además por la práctica totalidad de los mismos medios que a ellos les arrean sin compasión. ¡Qué putada!

Y para terminar, la del PSOE. Los viejos caimanes, los aparatchiks más correosos y la jefa andaluza, doña Susana, permitieron el ascenso de Pedro Sánchez para que este se comiese la travesía por el desierto. Pero va el guapo, capea como puede lo más duro del temporal y en estos mismos momentos se presenta en escena con tantas posibilidades como cualquier otro de ser presidente del futuro Gobierno. Igual, hasta tiene más opciones que Rajoy. Qué sorpresas da la vida.