Cuatro meses y medio después del relevo en el Pignatelli, los gestos son amables, las palabras suenan bien, pero lo contante y sonante... no tanto. Al menos en lo que respecta a los discapacitados intelectuales, uno de los colectivos más desvalido y necesitado de apoyo. El problema es el maldito dinero. A estas alturas, las oenegés que trabajan en este sector siguen sin ver gran cosa de lo que la Administración aragonesa les debe por las plazas de residencia y los centros de día u ocupacionales concertados con el IASS (Instituto Aragonés de Servicios Sociales), o por los complementos salariales que el Inaem (Instituto Aragonés de Empleo) ha de abonar a los centros especiales de empleo. La deuda (que viene de atrás) compromete muy seriamente la actividad de los Atades, Aspace u otras entidades del sector, sin las cuales miles de discapacitados se quedarían en la calle.

Les cuento la situación de la Fundación Adislaf, que conozco muy bien. Acoge en sus residencias a 80 personas y a 235 en centros de día y ocupacionales. En sus empresas (una lavandería, una recicladora de aceite vegetal usado y un taller de manipulados) trabajan más de 80 discapacitados. La plantilla total incluye a otro centenar de empleados: cuidadores, monitores, profesionales de la sanidad, técnicos varios, administrativos y directivos. Los salarios más bajos rondan los 750 euros al mes, los más altos no superan los 2.000 euros.

Bueno, pues en estos momentos los impagos por parte de las instituciones rondan ya un millón de euros (casi un tercio del presupuesto anual). El IASS debe un total de 463.569 euros. El Inaem (que no pone un céntimo ¡desde abril!), otros 360.014 euros más correspondientes a complementos salariales y otros conceptos. Y de propina, 100.000 euros de las subvenciones del Ayuntamiento de Zaragoza correspondientes al año pasado (para éste han reducido la cifra, total...). A fin de ir tapando semejante agujero (hay que pagar a los trabajadores y a los proveedores), es preciso recurrir a créditos, cuyo coste anual en intereses puede llegar a los 100.000 euros.

¿Qué más puedo decirles?