Ni a Tuzsa ni al ayuntamiento parece importarles la huelga anunciada por los empleados del transporte urbano de Zaragoza. Si les importase algo habrían incorporado las medidas de seguridad comprometidas en los últimos autobuses que han adquirido, y habrían conectado con la red eléctrica los urinarios instalados al final de siete líneas. Sorprende tanta desidia cuando lo que está en juego es la seguridad de los trabajadores indefensos antes las agresiones físicas y verbales. La cuenta atrás para la huelga ha empezado. Sólo puede pararla la adopción de medidas que se esperan desde hace cinco años. Ha pasado el tiempo de prometer.