Soy consciente de que el ministro de Fomento, don Íñigo de la Serna, estuvo el otro día entre nosotros, puso la primera piedra del desdoblamiento de la N-232, prometió acabar otras infraestructuras y se mostró cariñosísimo con la Tierra Noble. Aquí, claro, nos pusimos todos muy contentos... Aunque Aragón aparece muy maltratado en los vigentes Presupuestos Generales, no se ejecutaron la mayoría de las partidas que nos afectaban durante los ejercicios anteriores y nada bueno augura la presumible evolución de las cuentas del Estado, sometidas al rigor del techo de gasto y a las próximas bajadas de impuestos (o sea, de ingresos). Pero por mí queden saludadas las buenas nuevas. Ya saben: más vale tarde... y a ver si es verdad.

El problema con este Gobierno de España que rige nuestros destinos es que sus anuncios, declaraciones y rendiciones de cuentas (incluyendo ahí los datos macroeconómicos) oscilan entre el artículo de fe y la pura magia. Puedes creértelos, o no. Lo cual quiere decir que el espectacular descenso del paro (por abordar un tema que afecta a todo el país) tiene múltiples lecturas, pues un análisis severo de las cifras que ofrece el Ministerio de Trabajo desemboca en una conclusión escasamente triunfalista: el empleo que se crea es precario, remunera muy por debajo de cualquier media razonable, apenas cotiza a la Seguridad Social y en su mayor parte se reduce a los sectores de mano de obra extensiva y poco cualificada. España no sale del turismo, los servicios en general y la construcción. Camareros, cajeras de supermercado y encofradores, con el mayor respeto para todos ellos. Los jóvenes con título universitario acaban echando medias jornadas en ikeas, decathlones y pizzerías, a 400 euros al mes. Viven con sus padres y utilizan su ¿sueldo? para cubrir gastos de bolsillo. Los más decididos y brillantes optan por irse a Reino Unido, Alemania o los USA.En tal situación, creer que estamos ante una verdadera recuperación económica es como suponer que en Moncloa se desviven por Aragón. Cosa de religión o brujería.