El manido asunto del Canfranc, por poner el ejemplo más frustrante pero en absoluto el único lamentable en los pasos carreteros y ferroviarios de nuestro Pirineo, es una reivindicación a la que hace caso omiso el Gobierno español que, sin embargo, no podría presumir de inocente.

Se comprende que el Gobierno aragonés y nuestra Cámara de Comercio intenten resolver el problema con el de Francia excusando al de España, pero el intento es tan inviable como parar el Ebro con un tenedor. Todos esos esfuerzos son meritorios, pero seguirán siendo inútiles mientras los dos gobiernos competentes, sigan conformes en no hacer nada.

Esa es la verdad, demasiado escandalosa para que no se note. El Pirineo propiamente dicho carece de pasos dignos, suficientes y mantenidos de modo regular y continuo, que es lo que caracteriza a un servicio público. El Pirineo nunca contó con pasos adecuados; esos están solo en dónde ya no es Pirineo, esto es, en sus dos extremos. Cataluña y el País Vasco sí están servidos.

Si los poderes regionales de Francia y las comunidades autónomas de España quieren pero no pueden afrontar obra tan magna, los poderes centrales de uno y de otro Estado sí están en condiciones de llevarla a cabo, contando con la UE, pero no quieren emprenderla y callan, solo callan-

Es un caso de ceguera política y una desvergüenza. En ese contexto, a nuestro Gobierno central siempre le ha venido bien que Aragón proteste o que se adhiera a protestas ajenas porque ello sirve para excusar la grave culpa que concierne al Gobierno de España, tanta como la que concierne al Gobierno de Francia.

Siendo presidente de la DPZ visité al que era Ministro de Obras Públicas para recabarle alguna iniciativa que alentase la reapertura del paso ferroviario de Canfranc y el ministro intentó persuadirme de que el tiempo del ferrocarril había pasado... Entonces el Talgo era una realidad y el sistema de los AVE aún era una nebulosa. Desde aquel tiempo, tampoco el transporte ferroviario de mercancías ha dejado de crecer, demostrándose de sobra que el transporte pesado hace indispensable más energía y menos resignación.

Ahora, la Comisión Europea responde a nuestra Cámara de Comercio reconociendo que las conexiones transfronterizas, según las orientaciones de la UE para el desarrollo de la Red Transeuropea de Transporte, incluyen la conexión del ferrocarril Canfranc-Pau y, además, anuncia que se financiarán estudios para la Travesía Central de los Pirineos. Largo nos lo fía la UE porque solo son promesas.

Ninguno de los accesos por el Pirineo central propiamente dicho parecen solventes; son poco más que espantajos que si en el pasado siglo se mostraron casi inútiles, en el XXI son una ridiculez técnica. Y sin embargo, ni la UCD ni el PSOE ni el PP, gobernando desde Madrid cada uno en sus años, han hecho nada, ¡nada! para que esas vías fueran de calidad europea.

Volviendo a los ejemplos, ¿qué servicios que no sean defectuosos podrá prestar el túnel de Bielsa convertido precariamente en bidireccional y sin un simple retén de bomberos? ¿qué confianza cabe depositar en el túnel de Somport con laderas tan frágiles que, de vez en cuando, requieren trabajos de aseguramiento incompatibles con la continuidad de los servicios de transporte?

Suponiendo lo indeseable, esto es, que un día Cataluña y el País Vasco se separasen del resto de España y consiguientemente, de la UE, esta dispondría al sur de la "isla" que formasen España y Portugal, después de propiciar a esas dos regiones, las mejores salidas por carretera y ferrocarril, situadas en los dos extremos del Pirineo; encima, tendríamos que pagar peaje.

Temo lo que no deseo, ese hipotético separatismo y confío en que nunca llegue a realizarse, pero lo advierto para despertar a los dormidos. No se entiende la pasividad francoespañola en este asunto de los pasos pirenaicos. El desarrollo de la UE ya sufre la amenaza de los separatismos que asoman y que va a ser un medio de amagar para conseguir ventajas. Lo malo pronto se aprende y el germen de esas discordias tan útiles para recibir mejor ración ya crecen a ojos vista, tras las últimas elecciones europeas.