Si buscamos nuestra identidad como origen personal, creo que debería fundamentarse ante todo en la cultura propia, aquella que nos define y diferencia de forma complementaria y sumatoria con nuestros convecinos, a esto me gustaría afirmar con absoluta rotundidad, que no es un territorio físico, definido entre fronteras, porque podemos manosear y divagar sobre ese concepto que parece para algunos vital y sin embargo, no deja de ser un cúmulo de minúsculos territorios que nadie está dispuesto a compartir.

¿Nos podemos imaginar, en esa grandilocuencia de posesión, a quien teniendo una finca o cualquier otra posesión, pueda un tercero decirle, este también es mi territorio? nadie considera que por el hecho de esa definición fronteriza, lo suyo vaya a aportarlo a una teórica posesión de globalidad.

La lengua, las costumbres, la historia, la forma de vida, en concreto la cultura propia, eso sí es posible que se conforme como unidad de convivencia y nunca como instrumento de confrontación, por esto debemos abandonar el concepto de fronteras como uso exclusivo de señoríos privilegiados.

En 1876 nace la Restauración con una Constitución que garantiza la alternancia de gobierno entre los conservadores de Cánovas y los liberales de Sagasta; todo esto basado en el apoyo de las llamadas fuerzas vivas: la Iglesia, el Ejército, la aristocracia, los terratenientes, la burguesía industrial y minera y la oligarquía financiera, la pequeña burguesía les acompaña como lacayos y el proletariado se organiza entre las tendencias anarquistas y socialistas.

Les hago esta pequeña descripción de una época, porque podemos hacer una traslación de esta a la Cataluña actual, con ciertas matizaciones: el Ejército es hoy un ejemplo constitucionalista; a la aristocracia no los imagino en un papel republicano y la oligarquía financiera, no desea dar la espalda a un mercado más global y más apetecible para ellos, solo por apuestas independentistas; así pues podemos ver en qué queda el proyecto República Catalana; unos motivadores principales que son la alta burguesía que consideran que su dinero solo lo deben manejar ellos, porque la solidaridad es un invento pasado de moda; una mezcla de pequeña burguesía con clase obrera que está disconforme con ser los paganos de la crisis y creen que los beneficios de la independencia les llegará para absorber las angustias económicas que viven; una Iglesia que desea ser autónoma de la Conferencia Episcopal de España y generar la suya propia, para tener más poder en el Vaticano; por último hay dos grupos, los tradicionales republicanos de izquierdas y la CUP que luchan por sus ideales.

¿Qué estrategia tiene esta alta burguesía, motivadora de todo el conflicto? Utilizar ese confuso ejército antes definido para conseguir su feudal territorio y luego vendrá el ajuste, la estrategia sería la siguiente, sucedería que con la facilidad de las aspiraciones de la pequeña burguesía, se desharían de la CUP y darían algo de respiro de subsistencia a ERC para que les garantizase el sello de democracia, con esto conseguido, todos a trabajar para ellos ¡fantástico! Esto si fuese una película, hasta podría terminar bien, pero ni el momento ni la situación es el mejor de los campos de batalla para que ganen la guerra; son un grupo aislado internacionalmente y poseido por una locura que niega los avances sociales conseguidos durante estos cuarenta años en España y por derivación también en Cataluña y ello gracias al esfuerzo de todos los territorios y todos los ciudadanos españoles.

Reflexionen señores independentistas y vuelvan a lo que la cultura permite y exige, la convivencia.

*Presidente de Aragonex