No me he confundido de debate. Por lo menos yo, en todo caso ha sido el Gobierno publicando en el BOE los currículos de Religión de Primaria, Secundaria y Bachillerato el mismo día en que comenzó el debate sobre el estado de la nación. Así, como el que no quiere la cosa, para coger con el pie cambiado al resto de partidos, y restarle, ya de paso, titulares y minutos en los medios de comunicación. El Telediario de La 1 abrió el martes afirmando que el debate del Congreso había sido esa misma mañana trending topic mundial en Twitter, es decir la principal tendencia, pero poco o nada se ha dicho de la polvareda que los currículos de Religión han levantado en la redes sociales. Y es que hace falta algo más que fe para que un estado aconfesional en el 2015 d.C. se dedique a adoctrinar a sus alumnos en la creación divina del mundo, la incapacidad del ser humano de ser feliz al margen de Dios o el rezo, mientras se excluye al resto de religiones, y que esa sarta de sandeces promedie para becas y otros concursos de méritos. Pero como decía al principio, esta coincidencia viene a poner de manifiesto una vez más otra realidad no menos baladí: la confusión premeditada de la agenda institucional con otros acontecimientos. Solo hay que recordar la proclamación de Felipe VI el último Corpus, en pleno Mundial de Fútbol, o la aciaga comparecencia de Rajoy ante el Congreso el 1 de agosto del año anterior. Así que, sintiéndolo mucho, no pienso dedicarle más tiempo al otro debate, por muy patético que haya sido también, siguiendo la terminología del presidente del Gobierno. Antes prefiero jugar al Candy crush o al Frozen, como la vicepresidenta primera del Congreso durante su intervención.

* Periodista y profesor