Si Mas reclama poderes para hacer el referendo independentista, ¿no estará reconociendo así, que esos poderes no son constitucionalmente, suyos? Y otra pregunta más a Mas: ¿entendió ya que cualquier debate sobre esa pretendida separación es una cuestión interna de España entera, no de Cataluña solo?

Al todavía presidente Mas, le corresponde "la suprema representación de la comunidad y la ordinaria del Estado en ella" (art. 152.1 de la Constitución), de ahí que no esté legitimado para ir mendigando por el mundo que reconozcan que Cataluña es ("sí o sí", dice Mas) un Estado independiente. Mas incurre en una doble contradicción y en una grave deslealtad de las que es imposible que no sea consciente: una, la de utilizar aquella representación del Estado español contra la integridad del mismo y otra, la de hablar en nombre de un Estado inexistente para atacar al Estado del que forma parte.

Si Mas se paseó por el planeta pidiendo que le reconocieran como miembro (no electo), de un nuevo Estado (no constituido) y del que por tanto aún no ha podido elegirse a representante alguno, dado que ni se sabe si llegará a existir, poco bueno digo. Mas no debió aprovechar ni la Presidencia de su comunidad ni la representación del Estado en Cataluña, para ensayar felonía alguna.

Obviamente, Mas está en su derecho de renunciar a la Presidencia de la comunidad autónoma, liberándose de la servidumbre de representar al Estado español en Cataluña (fuera de Cataluña, nunca) y luego si quiere, pero solamente luego, podría fundar un partido separatista.

Convergencia gobernó en Cataluña gracias a su alianza con Unió pero ahora que esta no quiere dar "cuatro pasos por las nubes", Convergencia se deja caer en brazos de ERC que vale para un roto y para un descosido.

De momento, el último portazo de los que lleva recibidos Mas, tras su memorable visita a la India queriéndose amparar en la sombra de Gandhi pero sin hindúes, lo ha recibido de la Unión Europea. En siete escuetas líneas, la UE le dice que la respuesta que pide solo puede darla al Estado español. Y cabe añadir que ni siquiera compete solamente darla al Gobierno central.

Más inteligente se muestra el aragonés Josep Antoni Duran Lleida, líder de Unió y al que Mas debería hacer algún caso. Declara Durán que a su juicio, "no habrá independencia sin acuerdo con España ni sin tener en cuenta a la Unión Europea". Después añade con cierto ánimo contemporizador, que la consulta al pueblo catalán (solo) podría ser legal si el Gobierno central delegase su competencia para convocar la consulta, en el Ejecutivo catalán.

Pero eso no es constitucionalmente posible, entre otras razones, por dos que bastan: 1) porque al regular la institución del referendo, la Constitución no prevé en absoluto que sea delegable la autorización para la convocatoria de consultas populares por esa vía (art. 149.1.32ª) y 2) porque si el Gobierno central optara por convocar un referendo sobre lo pretendido por Mas, no podría reducirlo a su celebración en Cataluña, cuando el articulo 92.1 de la Constitución dispone que "las decisiones políticas de especial trascendencia podrán ser sometidas a referéndum consultivo de todos los ciudadanos" (no solo de una parte de ellos). Se añade en el mismo artículo, que el referendo lo convocaría el Rey, mediante propuesta del presidente del Gobierno; además, esa convocatoria debe ser "previamente autorizada por el Congreso de los Diputados", lo que sirve para entender que el Gobierno de la Nación no podría proponer al Rey esa consulta, sin la venia del Congreso, como ya advertí antes.

Opino que lo tramado por Mas está ensayándose a sabiendas de que fracasará, para extraer alguna renta política y para ello, no importa lo que diga la Constitución. Rajoy advierte que ni él solo ni con el Gobierno entero, podrían contradecir la Constitución. El Gobierno de España no puede delegar esas facultades privativas, en ninguna comunidad autónoma; en ninguna de ellas, entiéndase bien sin que quepa singularidad alguna.

En la vida democrática, lo que manda la Constitución nos muestra los raíles de lo políticamente posible; otra manera de circular conduce al descarrilamiento. Es así de elemental.