El androcentrismo hace referencia a la práctica, consciente o no, de otorgar al varón y a su punto de vista una posición central en el mundo. Desde que conocimos lo ocurrido en Zaragoza ayer a Lola y a María hemos escuchado y leído un poco de todo, desde mi punto de vista la justificación que parece que sobrevuela este caso no tiene ningún sentido, solo se puede explicar desde el androcentrismo imperante.

El asesino decidió por todas. Por su madre de 92 años que hasta ese momento vivía sola, le arrebató la vida a navajazos. Por su esposa diagnosticada con un principio de alzhéimer. ¿Y?. No creo que nadie se líe,”justificadamente”, contra sus familiares enfermos a navajazos. Por sus hijas... sus vidas nunca volverán a sus vidas de antes de los asesinatos. Estaba todo perfectamente planificado. Desde su posición androcentrista decidió por todas. Sin ninguna duda ejerció la violencia y desde luego lo hizo desde su posición de privilegio, él era quien decidía.

Este caso es duro, pero también incomodo para los que creen que las violencias machistas las ejercen otros, hombres sin formación, de otros países, con problemas con el alcohol.... Este caso, un hombre con formación, pone con claridad sobre la mesa la transversalidad de los maltratadores. No hay perfiles, puede ser cualquiera, en cualquier clase social. Hay cierto empeño en eliminar el origen machista de las violencias, no vaya a ser que nos tengan que dar la razón a las feministas, diseccionando cada caso hasta llegar a esas circunstancias particulares que hace cada caso único, para de ese modo normalizar las violencias machistas y así poder dormir tranquilos: «Las ha asesinado, pero no es violencia machista». Pero las violencias machistas lo son por lo que tienen en común las agresiones y los asesinatos. Sin ninguna duda estamos antes dos casos de violencias machistas. Violencia de género en el caso de la esposa y violencia domestica en el caso de la madre. Es imprescindible quitarse ese filtro androcentrista para poder mirar de frente al machismo y poder borrarlo de nuestras vidas, de nuestra cultura profundamente patriarcal. Nadie puede decidir por nosotras. Nadie debería haber decidido por ellas y nadie debería estar buscando la justificación que nos permita dormir tranquilos.