Para llegar adonde hemos llegado, hubiese sido mejor una abstención negociada para facilitar un Gobierno minoritario del PP, exigiéndole medidas de tipo económico, social e institucional, incluyendo una ponencia de reforma constitucional. Pero los socialistas no hemos tenido una estrategia clara y asumida por el conjunto de la organización. Ha faltado una discusión abierta, sincera, leal y comprometida para escoger la mejor de las opciones posibles. Ahora, después del comité federal del pasado 23 de octubre, el PSOE facilitará con su abstención la formación de un nuevo Gobierno presidido por Rajoy, a cambio de nada. Pero en el camino se ha creado una división en el seno del partido, una fractura entre la militancia y los dirigentes, y el desconcierto de los electores.

Sirve de poco llorar sobre la leche derramada. Pero hay que extraer lecciones de lo ocurrido y evitar males mayores. Empezando por respetar la posición de cada miembro del comité federal sin demonizar sus preferencias por la abstención o nuevas elecciones, que es el dilema al que se había reducido el trilema original, ya que la posibilidad de formar un gobierno alternativo se ha esfumado, si es que alguna vez la hubo.

Se han planteado muchas cuestiones que reflejan la complejidad de la política de nuestro tiempo. ¿Cuál es el papel de la democracia directa versus la representativa? ¿Se hubiera debido consultar a los 175.000 militantes la decisión de dar un giro de 180 grados en la investidura de un nuevo Gobierno de Rajoy? Yo creo que sí. La comisión gestora y destacados militantes creen que sería contrario a la cultura del PSOE y síntoma de peligrosa podemización. Pero, desde su creación hasta la guerra civil, en el PSOE de Pablo Iglesias, la participación directa de los militantes en las decisiones clave y en especial, en la política de alianzas era la norma.

Esas alianzas, aspecto fundamental de la política socialista en el siglo XIX y el primer tercio del XX, fueron sometidas al voto directo de los militantes. Normal, me decían algunos, el PSOE de la época era un partido asambleario como todo el movimiento obrero. Pero asambleario no es lo mismo que participativo por voto directo en agrupaciones y federaciones. Nada tienen que ver la tradición anarquista, comunista y socialista que entonces pugnaban por vertebrar los movimientos obreros. En nuestro tiempo, el SPD alemán sometió el acuerdo de gobierno de coalición con la CDU de Merkel al voto de todos los militantes. ¿También el SPD está afectado por el virus podemita?

No estoy por una democracia plebiscitaria permanente y creo que la delegación deliberativa es fundamental porque la gestión de los asuntos públicos requiere conocimientos y dedicación que no están al alcance de todos los ciudadanos. Pero la democracia representativa requiere que los representantes sean representativos. Si no lo son, y deciden independientemente de lo que resulte de los debates que con sus representados hayan mantenido, hablamos de despotismo ilustrado o despotismo a secas.

Otra cuestión es cómo se aplica la abstención decidida por el comité federal. Si se trata de facilitar el Gobierno de Rajoy sin nada a cambio y porque no hay otro remedio, habría que prestar el servicio mínimo. Para visualizar que solo se hace por interés nacional y sin ningunas ganas de hacerlo, se deberían abstener solo el número mínimo de diputados. Se evitaría así que algunos tuviesen que violentar sus anteriores posiciones, cuando votaron contra la investidura de Rajoy. Y se mostraría la capacidad que tiene el socialismo español de entender una posición distinta del PSC en un tema que reviste especial importancia en la encrucijada política catalana, como bien explicó Miquel Iceta.

El reglamento del grupo parlamentario permite un voto por razones de conciencia. Si esa norma existe, me pregunto qué ocasión sería mejor que esta para aplicarla. No comparto que solo sea aplicable para cuestiones de «moralidad personal». ¿Dónde empieza y acaba este concepto? ¿Se aplica solo a temas como el del aborto? ¿No vale para cuestiones que tienen que ver con la ética de la convicción?

De nuevo en el SPD, a pesar de haber sido aprobado en referéndum por los militantes por amplia mayoría, una treintena de diputados votaron en contra por discrepar de ese acuerdo. En la situación a la que se ha llegado, se debería evitar posiciones que reflejan una cohesión solo de fachada. Sería el mejor camino para recuperar la unidad de acción perdida. H

*Expresidente del Parlamento Europeo