Uno de los casos de Nero Wolfe, el célebre investigador imaginado por Rex Stout, se titulaba Demasiados cocineros. Un clásico detectivesco que ahora recupera la editorial Navona, con una nueva y excelente traducción de José Luis Piquero. La trama reúne a los quince mejores chefs del mundo, uno de los cuales, ineluctablemente, habrá de morir.

Lo mismo o parecido puede suceder el próximo domingo con el guiso de la izquierda española, una vez se haya resuelto en las urnas el enrevesado caso electoral. Demasiados son los cocineros troceando la misma pieza a este lado de la cocina del poder, y asimismo se ven demasiados camareros revoloteando entre las mesas, no tan llenas como les gustaría a los dueños del restaurante. En Zaragoza, sin ir más lejos, la oferta de la izquierda reúne al PSOE, la Chunta y a una coalición, Zaragoza en Común, compuesta por varias siglas. Entre turno y turno, puede que unos cuantos se queden sin mojar en la salsa.

Pero es que también a la derecha comienza a haber demasiados cocineros. Hasta ahora, el PP se las arreglaba para dar servicio a todos sus comensales, a base de un rancho popular con queimada gallega. Ahora, la carta de C's, del chef Rivera, en principio un menú degustación para empresarios, ha incluido otro más baratito y tiene cola en la puerta. El PAR, que abre siempre en el centro, una veces por el lado derecho, otras por el izquierdo, confía en su clientela fija y en un imaginativo representante de la nueva cocina, Xavier de Pedro, cuya idea de reconstruir la Torre Nueva es plato de gusto para los amantes del arte y la historia, y los enemigos de la piqueta. Menos novedades traen los chefs de los establecimientos clásicos en Zaragoza, Eloy Suárez (PP) y Carlos Pérez Anadón (PSOE), que sirven comidas de crisis, prometiendo buen servicio y platos económicos, En cuanto a las recetas del candidato del Común, Pedro Santisteve, son una incógnita entre la cocina griega y china.

Mientras acaban de decidirse por una u otra oferta gastronómico--política, les recomiendo que se entretengan con la lectura de la deliciosa novela de Rex Stout a la que aludía al arranque del artículo, Demasiados cocineros, en la que la alta cocina y el asesinato entendido a lo De Quincey, como otra de las bellas artes, componen un menú lleno de toda clase de sorpresas.