Antiguamente, cuando en occidente había buenos políticos que incluso escribían libros con ideas a debatir, combatir o compartir, la inteligencia, la razón y la imaginación tenían opciones para dirigir los destinos públicos, pero todo eso está cambiando y poco a poco, una Marine Le Pen por aquí, un Erdogan por allá, el sistema democrático se torna más rígido y autoritario.

Ya nos lo advirtió uno de esos políticos que gobernaban, pensaban y escribían, Winston Churchill, quien, en las páginas de De aquí a cincuenta años, adelantaba:

«La democracia como causa o guía del progreso hace tiempo que se ha ido reconociendo como incompetente. Ninguna de las asambleas legislativas de los estados modernos representa el sufragio universal, ni siquiera una fraccción de la fuerza o el entendimiento de la colectividad. Grandes naciones ya no son conducidas por los hombres más capaces o por aquellos que conocen mejor sus inmediatos problemas. Los gobiernos democráticos siguen las líneas de menor resistencia, con una visión limitada, haciendo su camino a fuerza de favores y limosnas y amenizando la marcha con sonoras vulgaridades. Y, sin embargo, tendrán que enfrentarse con transformaciones que revolucionarán, para bien o para mal, no sólo la estructura íntegra del modelo, sino los hábitos y el perfil social».

Vemos hoy cómo, efectivamente, las predicciones de Churchill se están cumpliendo. Las democracias occidentales, asoladas por las crisis económicas, la corrupción, el paro, los neonacionalismos radicales y la mediocridad de sus dirigentes apenas pueden contener los resabios dictatoriales o los brotes de populismo. Las libertades están en juego, pero no todos las defienden. Amplias capas de población en Turquía, en Francia, en España. suspiran por un orden que se aproxime mucho a un régimen, y que supuestamente garantice seguridad, paz, estabilidad. En la España de Franco ese sentimiento de obediencia pasiva se elevó al rango de lealtad al Caudillo. En la América de Trump, al heroísmo personal a la hora de defender el país contra agresiones externas, provengan del Daesh, de Corea del Norte o de donde el presidente Trump señale el peligro.

El modelo oriental, satrapía, mandarinato, liderazgos a lo Putin, a lo Erdogan, a lo Trump, gana enteros en occidente. En España, por suerte no ha cuajado... por ahora. HSClB