Una vez más, y ya hemos perdido la cuenta, el PSOE del Ayuntamiento de Zaragoza ha reeditado su tripartito con PP y Ciudadanos a mayor gloria, esta vez, de los intereses de la oligarquía económica de nuestra ciudad, personificada, en este caso, en la familia Soláns.

Y digo esta vez porque todavía está reciente la abstención del PSOE en la concesión del título de ciudadano ejemplar al profesor Aramayona, en la que, sin haber compromisos económicos de por medio, los de Pérez Anadón se abstuvieron, lo que unido a los votos en contra del PP y Ciudadanos, evitó la distinción a persona tan merecedora de la misma. Porque Aramayona fue un decidido defensor de las libertades, de la educación pública, un ejemplo de civismo que dejó muchos de sus días en la protesta pacífica en defensa de aquello en lo que creía. Vamos, lo que podría esperarse de cualquier militante socialista de los de verdad. Resulta difícil imaginar qué motivos llevaron al PSOE a no sumarse a este reconocimiento. O, por decirlo de otra manera, preocupa pensar qué deben entender los de Anadón por un ciudadano ejemplar. Aunque a tenor de su decidido apoyo a Rajoy para la presidencia del Gobierno, nos podemos hacer una idea.

Hace unos días, en las páginas de EL PERIÓDICO DE ARAGÓN, María Angulo firmaba un artículo titulado Quién manda en Zaragoza en el que daba noticia de una investigación dirigida a responder a esa pregunta, para así poder entender las dinámicas de nuestra ciudad, su expansión, sus iniciativas, las posiciones de ciertos medios de comunicación. Sugiero a los investigadores del grupo un instrumento de prospección realmente significativo y útil: analizar la posición de voto del PSOE en el ayuntamiento de la capital. Porque si algo está quedando meridianamente claro en esta legislatura es que el grupo que dirige Pérez Anadón sabe responder perfectamente a esa pregunta y actuar en consecuencia.

Cada vez resulta más evidente que los partidos políticos tradicionales, lejos de ser el lugar del poder, no son sino meras herramientas de los poderosos para implementar políticas en su propio beneficio. Digo los partidos tradicionales, aunque resulta evidente que Ciudadanos se ha subido a toda velocidad a ese carro. En lugar de ser la expresión de la ciudadanía que les vota, estos partidos se han convertido en oligarquías al servicio de los poderes fácticos. Poderes que disponen de todo un arsenal de instrumentos -medios de comunicación, partidos políticos- para imponer sus deseos.

La decisión de abrir un nuevo centro comercial en las afueras de la ciudad es un atentado, uno más, contra el pequeño comercio de la ciudad que, por cierto, se ha posicionado de manera unánime en contra del proyecto. Pero al tripartito de la oligarquía le ha dado igual. Si estuviéramos en el caso de entidades bancarias, la reiteradísima coincidencia de proyectos aconsejaría la fusión de estos partidos en una única opción política. Sin embargo, a los poderosos les interesa, precisamente, mantener una ficción de pluralidad, semejante a la que podemos encontrar en los anaqueles de los supermercados.

Ciertamente, del PP, un partido en cuyo ADN está el servicio a los poderosos, de los que ellos, por origen e historia, forman parte, cabe esperar posiciones como las que venimos describiendo. Pero del PSOE, que, hasta la llegada de González, que ahora ya a cara descubierta aboga por un gobierno del PP, supo estar donde sus orígenes le marcaban, cabía esperar posturas muy diferentes. Por ello resulta profundamente descorazonador observar cómo, votación tras votación, su único objetivo es servir a los intereses de aquellos a los que, en principio, habían nacido para poner coto. En todo caso, sería hora de que culminara este juego: si tanto coincide con las propuestas del PP, que apoye a Azcón para la alcaldía de Zaragoza. Sería una manera de aclarar las cosas. H

*Profesor de Filosofía.

Universidad de Zaragoza