El Congreso dio ayer luz verde a la proposición de ley de despenalización de la eutanasia remitida por el Parlament de Cataluña. Con los 136 votos en contra del PP y UPN, las 32 abstenciones de Ciudadanos y los 175 síes del resto de la cámara, el texto que ahora inicia una larga tramitación parlamentaria, modificará el apartado 4 del artículo 143 del Código Penal, en el sentido de eximir de responsabilidades y descriminalizar la actuación de quienes ayuden a morir a un enfermo con dolencia terminal o «patología incurable» que le provoque «un sufrimiento físico o psíquico grave que se prevea permanente». Después de muchas idas y venidas, de confrontaciones políticas baldías, de la negativa radical del PP (que solo habla de cuidados paliativos) y de la indefinición de Cs, España está en el camino de incorporarse al limitado grupo de países (Holanda, Bélgica, Luxemburgo, Colombia y Canadá) que han legalizado una práctica que, con el suicidio asistido, permite dignificar el proceso de la muerte y «elegir libremente cuál es nuestro umbral de dignidad». La mayoría de encuestas señalan que el 75% de la población española es favorable a la eutanasia, una cifra que refleja un sentimiento generalizado al que el legislador, por fin, va a atender. Se trata de un paso decisivo, en una sociedad avanzada, que, en su gravedad moral, debe tratarse con delicadeza, sin apriorismos ideológicos y con las máximas garantías médicas.

Europa busca voz en Oriente Próximo

En cuanto se supo que Trump rompía el tratado de no proliferación nuclear con Irán llegaron las voces de que Europa, pese al golpe que ello supone para su estrategia, sigue comprometida con la aplicación del pacto. Y así debe ser siempre que Irán cumpla con su parte. Ahora, hay que articular la forma de mantener con vida lo que se pactó en el 2015. No va a ser fácil, porque las sanciones que EEUU reimpondrá a Teherán pueden afectar seriamente a empresas y proyectos europeos en Irán. Una medida paliativa será el ya anunciado programa de crédito del Banco Europeo de Inversiones que subsane los efectos de las sanciones. pero lo más importante será crear el gran intangible en las relaciones internacionales que es la confianza. La UE debe formar un bloque compacto con los demás firmantes -Rusia y China- para demostrar su intención de lograr la continuidad del acuerdo y convencer a Teherán de que no cabe caer en la ruptura. El acuerdo no es el mejor del mundo, pero entre el pacto existente y un no acuerdo es mejor la primera opción. En Europa no hay ninguna duda, ya que uno de los riesgos de la denuncia del tratado de EEUU es el de una mayor inestabilidad en Oriente Próximo, lo que acaba teniendo su reflejo en nuestra seguridad. Por ello, la UE debe elaborar una auténtica política europea autónoma para la zona. Trump nos lo acaba de poner en bandeja.