El otro día, en el bar se habló largo y tendido de economía. Uno de los habituales no paraba de preguntarme cómo puede ser que el descenso del precio del petróleo tenga efectos negativos. Le respondí sobre la marcha: Si bajan los hidrocarburos (bueno... en su precio al consumidor, mucho menos) y casi todas las demás materias primas, se supone que la cosa va bien; pero en realidad muestra que hay un bajón de la demanda, y eso acojona a los inversores profesionales. Por eso ayer se derrumbaron en todo el mundo los mercados de renta variable. Por eso vuelve a cotizar el pánico. Por eso las fábricas de automóviles dan por hecha una caída en los pedidos a partir del mes que viene (ya preparan las consabidas regulaciones). Por eso Rajoy no sabe si adelantar o retrasar las elecciones generales, y su nuevo gurú, Moragas (quien a la chita callando se ha convertido en el nuevo arriola del jefe) encarga informes prospectivos para imaginar los meses venideros. Por eso los que mecen la cuna desde el Ibex-35 tienen cada vez más claro que el bueno de Mariano ya no tiene recorrido y tal vez sea preciso convertirlo en un conveniente chivo expiatorio tras la próxima cita con las urnas.

Rajoy y los suyos tenían en mente convocar las elecciones lo más tarde posible para encajarlas en la atmósfera navideña y conseguir que el personal de a pie creyera de una maldita vez en la recuperación. Pero China (y los demás emergentes) está a punto de fastidiarle el plan. Ahora, quizás podría interesarle llamar a las urnas cuanto antes, con el recuerdo del veraneo aún vivo, antes de que el triunfal España va bien se disipe como lo que es: un espejismo provocado por el sol en las abarrotadas playas. La industria del automóvil será la piedra de toque que defina la evolución de la economía. Si pincha en otoño, justo cuando el turismo se va y los camareros vuelven al paro, la gente se aborrascará y el PP... pinchará. Por eso preocupa que el petróleo esté tan barato.

En una economía global donde los brokers juegan a la ruleta y se suceden las burbujas especulativas, China da muestras de estar a punto de desinflarse. Y Rajoy, atragantado.