Los dos grandes partidos españoles, PSOE y PP, han elegido el tránsito de 2013 a 2014 para renovar su compromiso ante los ciudadanos con sendos actos de reafirmación y de cambio de rumbo más efectistas que efectivos. Comenzaron los socialistas en noviembre pasado con una conferencia política que marcó el calendario para una regeneración interna basada en dos aspectos fundamentales. Por un lado, la apertura del partido a la sociedad, visualizada en un calendario de primarias con participación ciudadana. Por otro, el inicio de un debate de fondo para recuperar las esencias de la izquierda, marcando la acción de gobierno en los escasos espacios de poder institucional que hoy conserva el PSOE y, sobre todo, fijando los compromisos que centrarán los nuevos programas electorales.

El PP ha tomado el relevo este fin de semana con una convención que pretende explicar por qué Mariano Rajoy ha tenido que adoptar medidas tan dramáticas para la población desde que tomó el poder hace dos años y cuáles son los propósitos de enmienda que piensa adoptar una vez relajada la presión económica sobre el país. Tras convencerse el presidente que ya no sirve simplemente con anunciar que la crisis ha pasado, el Gobierno quiere proyectar la idea de que va a flexibilizar, ahora que puede, el rigor con el que ha adoptado medidas económicas lesivas para la mayoría de ciudadanos.

Si los resultados de la conferencia política socialista fueron exiguos, no cabe esperar mucho más de lo que viene aconteciendo este fin de semana en Valladolid en las filas populares. Solo los implicados o los muy concienciados recordarán dos o tres ideas de cambio real en la cumbre socialista (si acaso el titular que ofreció Alfredo Pérez Rubalcaba con su frase "El PSOE ha vuelto"), sin que quedara claro tras la cumbre de noviembre si los socialistas estaban de nuevo en disposición de aglutinar a la mayoría sociológica de izquierdas. En el caso del PP no se sabrá hasta el discurso de cierre de hoy cuál será el recuerdo ciudadano, el poso, que dejarán estas jornadas de convivencia y exaltación. Solo han evidenciado, de momento, una notable división en el propio partido conservador, muy por encima de cualquier propósito de buenas intenciones como los esperados respecto de las reformas pendientes, la soberanía y la unidad territorial o el final de ETA...

Los ciudadanos, según se refleja en diferentes barómetros de opinión, piensan mayoritariamente que los políticos hacen lo que les conviene o lo que pueden, y que cada día tienen más difícil cumplir sus compromisos. A medida que los centros de decisión se alejan en un marco de globalización no solo económico, sino político e ideológico, la capacidad real de los líderes nacionales queda subsumida frente a la voluntad de estamentos superiores, inaprensibles para la mayoría: Troika, FMI, Foro de Davos. Solo hay que repasar los bandazos que se han visto obligados a dar tanto PSOE como PP del 2010 a esta parte. En mayo de ese año, Rodríguez Zapatero sepultó su crédito como presidente socialdemócrata avanzado e inició un periodo de recortes que el propio Rajoy refrendó año y medio después, incapaz de encontrar otro camino.

SOLO HAY QUE repasar el grado de cumplimiento real de las promesas y las ponencias aprobadas en el decimoséptimo congreso del PP, celebrado en Sevilla en febrero del 2012, que revalidó el liderazgo del entonces recién elegido presidente Rajoy. En el documento económico, por aludir a un asunto clave estos días en Valladolid, se abogaba por mejoras fiscales en diferentes ámbitos, como la bajada del impuesto de transmisiones o la creación de un IVA superreducido y la actualización de la deducción por adquisición para viviendas habituales. También se rubricó un compromiso para mejorar la tributación de las prestaciones de los planes de pensiones, elevar los mínimos familiares en el IRPF o adecuar la legislación sancionadora a la actuación de tramas organizadas de defraudación y otros delitos complejos contra la Hacienda Pública. Sabido es que mientras todo esto se discutía y se aprobaba en un congreso del partido, el Gobierno en manos de este mismo partido ha venido haciendo todo lo contrario de entonces a esta parte: subir el IVA, mantener la eliminación de deducciones en primera vivienda, incrementar el IRPF o promover una amnistía fiscal. Los lectores podrán encontrar más detalles de esta ponencia, elaborada entre otros por Luisa Fernanda Rudi, en la propia página web del PP.

Con estos antecendentes, mal que le pese al presidente Rajoy, es normal que cualquier ciudadano mínimamente informado siga descreído después del acto de Valladolid. Y no solo es porque esté cargado de razones, sino porque una mayoría cualificada cada vez más numerosa tiene claro que recibe un trato de los gobernantes como si fueran niños a los que se puede engañar con promesas tan evanescentes como los escenarios de cartón piedra donde son anunciadas.