La política actual (es decir la defensa de los intereses económicos de las clases dirigentes), es así. Cuba era una nación maldita sometida a un feroz embargo por parte de los USA y aliados (lacayos). De repente, aunque en ese país siguen mandando los mismos, más para bien del pueblo que de otros, Obama y los suyos han decidido dar un paso hacia adelante con la sana intención, sin duda, de mejorar sus intereses, que a buen seguro no serán muy diferentes a los que tenían cuando mandaba el dictador Batista. Y al toque de corneta todos se aprestan a cantar la necesidad de acordar medidas que contribuyan a llenarse mejor los bolsillos. Quienes ayer eran el diablo ahora mismo ya están a un paso de alcanzar el purgatorio, paso previo a ser aceptados en el cielo (capitalista, por supuesto. ¿Y España, qué? Tanto en el franquismo como durante la transición existieron relaciones privilegiadas con un territorio próximo en la lengua y el corazón. Con los nuevos tiempos, y por aquello de ser más papistas que el Papa, nuestros dirigentes nos han situado en las antípodas de lo que debería ser primero solidaridad y después, también, negocios. Esa Cuba de Fidel, el Ché, Camilo Cienfuegos y demás, que es la misma de ahora con Raúl, ha sido abandonada por España, a pesar de los importantes intereses económicos allí existentes. ¿Llegaremos ahora a tiempo o los nuevos aires nos cogerán a traspiés? Además del corazón están los intereses, una lengua común y cientos de miles de familias hispano-cubanas. Profesor de Universidad