En un mismo diario español he leído simultáneamente un aleluya a la radical renovación de la FIFA (aunque veremos en qué queda la cosa, pues igual resulta que Villar acaba cobrando los réditos de la presión ejercida por el FBI), y una crítica aún más radical a Podemos por exigir la mínima renovación del PSOE antes de pactar con él diversas instituciones autonómicas y municipales. Es lógico, sin embargo, que exista tal confusión. En realidad, el problema de los acuerdos poselectorales (modestos acuerdos de investidura o elección, que ni siquiera supondrían gobiernos de coalición) no radica ni en el PP ni en el PSOE ni en el indeterminado Ciudadanos ni menos en los malvados podemitas. Arranca más bien del seno de los propios partidos que negocian. Y tampoco son los nuevos los más sujetos al barullo. Los viejos llevan una empanada de no te menees. Normal. Dentro de cuatro días, como quien dice, vienen unas generales en las que la derecha marianista podría acabar de hundirse, C's quizás saliera de su ten con ten para convertirse en la gran esperanza blanca, el PSOE correría el riesgo de verse desbordado por su izquierda y Podemos dejaría de ser una promesa para transformarse en un temible crack. A mí, lo confieso, lo más simpático de esta coyuntura (si nos ceñimos a la magnífica Tierra Nobel) ha sido a) la postrera jugada de Biel, que se ha retirado a sus cuarteles turolenses para buscarse la vida al margen de Aliaga y negociar con el PP (la alcaldía de Teruel contra la presidencia de la DPT) sin cortarse un pelo ni esperar a nadie, y b) la convocatoria de CHA a Zaragoza en Común para iniciar conversaciones en un banco de la plaza del Pilar de Zaragoza (espectáculo teatral cercano a la comedia que, sin embargo, apenas atrajo espectadores). En el primer caso, el alarde es un canto fúnebre al viejo estilo de repartirse los sillones entre amigos. En el segundo, el exhibicionismo rompe las barreras del sonido a la búsqueda de demostrar quién es más transparente, más participativo y más guapo.

Luego está el lío interno del PP y del PSOE. Pero eso... para mañana.

(Continuará, lo juro)