Es probable que algunos periodistas estrella se hayan convertido en sociedades limitadas sin que Hacienda haya logrado ponerles en apuros (en varios casos los tribunales les dieron la razón cuando recurrieron las sanciones impuestas por el fisco). Pero la mayoría de los profesionales no asalariados de la comunicación funcionan como autónomos normales y corrientes, tributan por el IRPF y, en realidad, muchos de ellos ejercen en tales condiciones (pagándose la Seguridad Social con ingresos inferiores a los mil euros al mes) por imposición de grupos, cadenas y productoras. En todo caso, Màxim Huerta, a la vista de su voluntad elusiva, estaba fuera de la lógica ética y estética que se espera de un ministro.

Tenía que dimitir sí o sí, porque el sistema no aguanta más rarezas, chanchullos, desprecios a los deberes fiscales ni siquiera gestos o discursos feos. Esta atmósfera cargada de fundadas sospechas, descreimiento, desafeccción, apaños y mierda debe disiparse de una vez. Si no, jamás podremos decir que vivimos en una democracia normalizada y de calidad. Ya está bien de situaciones excepcionales (incluyo ahí a Huerta como podría incluir a Monedero). Vale ya de capitostes con cuentas en paraísos fiscales, cajas B, sobres, tarjetas black, sociedades pantalla y trucos semejantes.

La dimisión del ministro de Cultura y Deporte, por una actitud inapropiada no por un delito, contribuye a despejar el ambiente. Lo mismo que el ingreso en prisión del yerno y cuñado de los Reyes. Igual que la censura de Rajoy por la sentencia de la Gürtel y la sucesión de escándalos en el PP. O la exigencia ciudadana de una tolerancia cero con cualquier comportamiento que introduzca sombras e incorrecciones en la gestión de la cosa pública.

Dudo que nos estemos pasando de rigoristas. Aun así, sería preferible a seguir metidos en la ciénaga. Solo si los cargos políticos, pero también las entidades privadas (incluidas las grandes empresas), quedan obligados a actuar bajo criterios de auténtica transparencia saldremos del pozo negro. Caiga quien caiga.