En el primer día de la creación del mundo, Dios vio que la luz era buena y separó Dios la luz de las tinieblas.

Y esto fue, sin lugar a dudas, el inicio de las compañías eléctricas, que deberían pensar, si Dios considera bueno lo de la luz, ¿quién lo va a poner en duda? Y llegaron a la conclusión de que estaban ante un negocio divino, ¡vaya oportunidad!, como no somos topos.

¿En qué consiste el negocio eléctrico? Hay una primera parte que llama la atención por su característica, y es cuando contratas el servicio eléctrico con un operador, aún en el supuesto de no utilizar nada de energía, debemos pagar una cantidad fija por la potencia contratada, que no es poco; quiere decirse que cuando salimos de nuestra casa, para ir de vacaciones por ejemplo, debemos pagara a nuestro operador solo por serlo; además también nos cobran por el alquiler del contador, es decir, un instrumento que necesitan ellos para conocer nuestro consumo, es como si un comerciante que debe usar la balanza para pesar el producto que le pedimos, nos cobrase por dicho uso.

Si ya analizamos cómo las eléctricas distribuyen el coste de lo que nos cobran, encontramos partidas muy especiales, el 15% del variable es por la distribución, un concepto curioso, ¿cómo se gestiona el origen y el destino? es decir, que dicho pago no se establece por ninguna distancia, sino más bien por el uso, así pues nos cobran una vez por energía consumida y otra por distribución con las mismas características; una nueva curiosidad es que también nos facturan un 5% por el transporte, es decir que cobran por el camión y por la carretera, para que nos sirva como símil.

Y ¿CÓMO VEN el tema de la amortización? Si no lo entiendo mal, nos la cobran a los usuarios y también a Hacienda en su impuesto de sociedades, ¡fantástico!, cuidado con esto que es casi un 9%.

Pero existen todavía mayores curiosidades. El coste del kilovatio tiene una tendencia permanente a subir de precio y nunca es a causa de la decisión de las compañías eléctricas; unas veces es porque el petróleo o el gas suben de precio, sin embargo cuando estos bajan, siempre concurre la circunstancia de que no llueve y si nada de esto pasa hay que pagar mayor tasa del CO2, porque somos muy inconscientes y no hacemos otra cosa que contaminar y además que no se nos ocurra procurarnos nuestra propia instalación de energía, porque deberemos pagar por el gasto que le producimos al sol. Somos insensatos en esta forma de vida que queremos llevar, ¡pobres e incomprendidas compañías eléctricas!. El esfuerzo que las tres principales deben hacer para tan solo ganar 5.627 millones de euros en 2017. No tenemos corazón, solo les dimos 120 euros de beneficio cada uno de los 46 millones de españoles, ¡a ver si somos algo más generosos!

Creo que deberíamos entre todos hacer un esfuerzo para que el negocio eléctrico sea más transparente, que dé sentido el necesario fin que tiene y no sea como si fuese algo optativo para los consumidores.

ES IMPORTANTE que consideremos algunas circunstancias adicionales que se dan en estas fecundas compañías eléctricas que disfrutamos, una de ellas es la fiscalidad, ya que contribuyen al mantenimiento de los gastos de la sociedad. Para explicar esto existen diferentes teorías, pero todas ellas acuerdan que podría ser entre el 5 y el 7% de sus beneficios, no siendo comparable con lo que paga en impuestos la pyme que ellos contratan para las pequeñas obras y servicios que necesitan, que es el 20%, además del cobro del servicio eléctrico a los usuarios, lo hacen al final del bimestre, o sea, una media de 30 días o menos, y ellos a sus proveedores, sobre todo si son pymes, a más de cien días, ¡qué negocio más redondo!.

Pero, ¿por qué les daría Dios la idea?.

*Presidente de Aragonex