Son cautelosos los diputados aragoneses que moran el palacio de la Aljafería. Les costó años modificar el reglamento de las Cortes para adecuarlo a los estándares de transparencia de una democracia que ya no es la de hace 20 años. Pero además de precavidos son comodones. Ahora se lo están pensando con algo bien sencillo: sacar los coches del recinto taifal. Un edificio singular cuyos exteriores se han convertido en párking, no vaya a tropezarse algún asesor en el empedrado. La joven presidenta de las Cortes, en minoría en la Mesa y en el hemiciclo, se ha empeñado en el afán, utilizando el resorte del ayuntamiento, que ha decidido suprimir un carril en la calle Diputados. A ver si así entran en razón sus señorías.