Ayer leía en este periódico la nota de la Asociación para la Defensa de Sanidad Pública de Aragón en la que se rechazaba la donación de 10 millones de euros de la Fundación Amancio Ortega para la sanidad aragonesa. El argumento: que a lo que tenemos que aspirar es a que la Sanidad pública se financie vía impuestos justos. Me parece bien su argumento, pero les señalo también otras cosas a las que yo aspiraría: a la paz en el mundo; a que todos los niños tengan tres comidas al día; a que no haya una sola mujer maltratada en todo el planeta; a que se acabe el terrorismo yihadista. Esto en cuanto a los objetivos macro. En cuanto a los objetivos micro, que cada uno que se ponga los suyos. Yo personalmente estoy con dos: reducir los niveles de colesterol y, sobre todo, desarrollar un caparazón de galápago contra la demagogia más burda. Digo esto porque si el dinero del señor Ortega, al que he contribuido a enriquecer comprando asiduamente en Zara, sirve para que un solo enfermo de cáncer tenga más probabilidades de seguir con vida, por mí ese dinero es bienvenido. Los señores de la asociación, que mantienen una postura ética muy respetable, siempre pueden renunciar a ser tratados, en caso de que sea necesario (Dios no lo quiera, de verdad), por esos aparatos que se van a comprar con la donación. Y yo, por mi parte, para mantener mi postura ética, me voy a pasar esta misma tarde por Zara para comprarme algo, y así seguir engordando las cuentas de este señor que ni roba, ni mata, para conseguir ese fortunón que tiene.

*Escritora