Encomiable resulta la persistencia de los pensionistas en salir a la calle para defender sus derechos, ganados a lo largo de toda una vida laboral. Y eso que no son «televisivos» para llenar la parrilla de programación en esas interminables tertulias, perennes en todas las cadenas. La revolución pacífica de los jubilados es solo noticia puntual en los informativos cuando se manifiestan. Y punto final. Los programadores de la tele y los presentadores no se ¿arriesgan? a invitar a sus espacios a los portavoces de los jubilados, que los hay, y además se expresan estupendamente. Pero, claro, una señora de 70 años o un señor con el pelo blanco (si lo mantiene), no dan bien a cámara. Esa es la estupidez que prima en estos tiempos de ignorantes excesivamente maquillados para hablar de lo que no saben. Frivolizando el tema, podríamos decir que estas manifestaciones no resultan demasiado estéticas, ni convenientes para el poder rajoniano.

Pero ellos son sabios y duros. Saben que si siguen lograrán su objetivo para sí mismos, y los años que les queden de vida digna, y para sus hijos y sus nietos. Todo esta magnífica protesta va en el mismo paquete. Aunque el Gobierno practique el escapismo. Falta que los jóvenes se unan y apoyen masivamente unas mo-vilizaciones que les afectan pese a la diferencia de edad. Estos jóvenes treintañeros de hoy son los que no tendrán pensiones mañana.

La próxima convocatoria nacional será el 26 de mayo. Y los motores ya se han calentado en las previas de Bilbao (33.000 personas), Madrid, Barcelona, Oviedo, Badajoz, Valladolid, Vitoria, Gijón, Zaragoza, Toledo y Mallorca. Estas marchas alertan a los jóvenes de los planes del PP y Cs que no es otro que el de privatizar el sistema de pensiones. Un escándalo que se tiene que frenar de forma inmediata.

Y si como dijo un Rajoy entre acobardado y altivo «El dinero no crece de los árboles», ahora parece que su sanedrín lanza posibles formas de llenar la hucha que han saqueado como ladrones. Cuando lo único que hay que firmar y bloquear es el incremento de las pensiones con arreglo al IPC. Y para empezar a llenarla hay lugares de donde sacar, previo retoque de la Constitución, que ya va siendo hora: disolución del Senado, acabar con los sueldos de los miembros del Consejo de Estado (un chanchullo inoperante), suprimir los sueldos vitalicios de los ex pre-sidentes del Gobierno, retocar a la baja los presupuestos del Ejército (por ejemplo, suprimir los desfiles durante cinco años), y así muchas otras del mismo estilo, vac-ías de contenido. Además de algunas propuestas del PP como la rebaja en el rescate de las autopistas o la reducción de los intereses de la deuda. Lo del nuevo impuesto de las tecnológicas me parece una marcianada y además no lo entiendo.

A veces pienso que si nos dejaran a las mujeres (no políticas) entrar en un consejo de Gobierno y estudiar los presupuestos por ministerios, arreglábamos el asunto en una sesión y gratis.

*Periodista y escritora