Los papeles del paraíso, continuación de la anterior entrega, los papeles de Panamá, vienen a demostrar que los multimillonarios de todos los países han declarado unilateralmente su independencia. Ya no contribuyen al mantenimiento de esas patrias cuya evocación tanto les emociona (al menos a muchos de ellos), y ya no son auténticos ciudadanos de las mismas. Su DUI les deja en otro lugar, de camino entre las islas, las plazas y los pequeños países donde la ley y la norma pueden ser burladas impunemente. ¡Jo, jo, jo!

Qué curioso contrapunto: por un lado ese magma de sociedades pantalla, inversiones offshore, trust, legados fantasmales e ingresos opacos burla y desborda las fronteras; por otro la desaforada voluntad micronacionalista que pugna en antiguos condados y reinos medievales de Europa fragmenta el devaluado poder democrático. Se supone que deberíamos transitar en dirección contraria, promoviendo órganos de gobierno por encima de los tradicionales estados, para afrontar desde ellos la cruel globalización financiera. Porque entretenerse en guerritas de banderas e identidades mientras los ricos de aquí y allá proclaman su particular república no parece muy razonable que digamos.

¡Maldito parné! Por su culpita, enla vieja Europa y en la atribulada España la regiones ricas (regiones... o naciones o lo que fueren) quieren separarse de sus vecinos pobres. Cataluña, la Padania italiana, Flandes, o Escocia (aunque eso se calmó... ¡gracias a un referendo!) elevan a un plano colectivo (pero, ojo, dentro siempre de los adecuados límites territoriales y de renta per cápita) ese irreprimible impulso independentista de las clases más pudientes.

Mientras, los estados tradicionales (al menos este nuestro) parecen mucho más dispuestos a poner el grito en el cielo por una DUI en su periferia geográfica que por la deserción radical y silenciosa de los que deberían ser (pero no son) grandes contribuyentes. Supongo que quienes urden el chanchullo global se han de partir el culo de risa al ver reñir a Rajoy y Puigdemont. Pringaos.