Andamos todos preocupados por la crisis y las noticias de cada día que añaden gravedad al problema: despidos, 500.000 desempleados en un año, cierre de empresas, más déficit, falta de financiación exterior, endeudamiento, huída de inversiones extranjeras... y ninguna medida. Pero el problema, con ser importante, no es ese. El problema es la falta de competitividad y la bajísima productividad de nuestra economía. El problema no es que la crisis va a obligar a meter un importante recorte en los Presupuestos del Estado sino que esos recortes van a afectar a las inversiones, sobre todo en I+D, y eso tendrá un efecto aún más negativo sobre una industria y una economía que solo pueden ser competitivas y crecer si se invierte mucho más en infraestructuras, en innovación, en investigación.

Pero tampoco es ese el problema básico de la economía. Ni Zapatero ni Rajoy hablaron de él en el último debate del Congreso y prácticamente tampoco en la campaña electoral. El problema más grave que tiene España hoy es la educación. La mala educación. Todos los informes, el último el de la OCDE, indican que tenemos más de un 30% de fracaso escolar. Pero hay algo peor. Las autoridades educativas están orgullosas de que tengamos uno de los porcentajes más altos de universitarios del mundo mundial. Una enseñanza que ni es obligatoria ni gratuita, pero que es muy cara. No importa que la media para terminar unos estudios de cuatro años sea de seis o siete. Y que cuantos están subvencionados para recibir esa enseñanza ni tengan que rendir cuentas ni devolver algo de lo que los ciudadanos les regalamos con nuestros impuestos. Pero lo peor es que al Gobierno no le preocupa que vayamos quince o veinte puntos por debajo de Alemania o de Francia o Reino Unido y de casi todos los países en número de estudiantes que terminan la enseñanza secundaria o la Formación Profesional. Tampoco preocupa que un 20 por ciento de los jóvenes no tenga ningún tipo de formación a partir de los 15 años. Ninguno de los últimos Gobiernos se ha decidido a invertir de verdad en la educación en los niveles obligatorios --ahí también estamos por debajo de la media de la OCDE-- y solo hacen demagogia y populismo. Pero sin una educación exigente y de calidad no hay salida a la crisis.

Periodista