El efecto Streisand debe su nombre a la diva estadounidense porque allá por el año 2003 se empeñó en demandar por 50 millones de dólares a un fotógrafo, al que reclamó que retirase la imagen aérea de su mansión de un trabajo publicitario dedicado a la costa californiana. La porfía de la actriz, cantante y directora convirtió algo intrascendente en un boom mediático y al final la foto de su choza corrió como la pólvora por la red. Hay quien lo llama intento de censura fallida y, los más castizos, lo resumen con el siempre más popular no quieres caldo, toma dos tazas. En nuestro país, este fenómeno se ha hecho muy popular en las últimas semanas por culpa del secuestro judicial del libro Fariña. Un juez accedió a la petición de un exalcalde gallego que no se veía bien parado en el trabajo del escritor Nacho Carretero, y no hizo sino propiciar que fuera lo más vendido en Amazon y que hubiera gente que pagara hasta 300 euros en internet por un ejemplar de segunda mano.

La lista de ejemplos es ilimitada, algunos dramáticos (el episodio de las caricaturas de Mahoma y sus posteriores consecuencias, incluido el asalto a Charlie Hebdo) y otros que dan risa y algo de vergüenza ajena (intento frustrado del PP por hacer desaparecer un vídeo de Rajoy clamando «¡viva el vino!» en un mitin en Ciudad Real).

Casos memorables de veto fallido se dieron en la España tardofranquista, como aquella agitación transgresora por pillar a escondidas una copia de la canción Je t’aime... moi non plus interpretada por Jane Birkin y Serge Gainsbourg, vedada en medio mundo en 1969 por su hipersensualidad, o las escapadas al sur de Francia para ver la prohibidísima película El último tango en París; muchos porque daba un aire cosmopolita y moderno de liberados de prejuicios sexuales, y otros, probablemente para aprender algo... De hecho, las conversaciones que pervivieron hablaban casi en exclusiva de la escena de la mantequilla.

Volviendo a nuestros días, cabe preguntarse si el PSOE no se vio también azotado por una versión del efecto Streisand cuando la traición de los barones a Pedro Sánchez fue contestada por la militancia en sentido contrario, restituyendo en el sillón de secretario general a quien el aparato del partido ya había dado por desahuciado. Cuantas más puñaladas de la cúpula recibió, más apoyos de las bases coleccionó para tener una nueva oportunidad. Otra cosa es que sea la última. H *Periodista