Con la que está cayendo y el gobierno popular de Aragón no se corta ni un pelo a la hora de evitar que el chaparrón nos anegue. Parecería que disfruta con el aguacero, aunque se sorprenda después de que cada día sea mayor el número de ciudadanos que echa sapos y culebras de tal proceder. Más allá de las simpáticas referencias de la presidenta Rudi al valor primordial de las "instituciones", olvidando que de nada sirven si no es para auspiciar lo mejor para toda la ciudadanía, más allá de las maneras caudillistas de la consejera Serrat, empeñada en desmontar la enseñanza pública y de calidad, destaca el simpar consejero de ¿Sanidad, Bienestar Social y Familia?, Ricardo Oliván. Este licenciado en Ciencias Económicas y Empresariales que ejerció de director de la Cámara de Comercio de Huesca, ciudad en la que también fue concejal popular y profesor de Turismo. Pocas veces en la historia de los diferentes gobiernos autonómicos aragoneses ha sentado posaderas en el Consejo de Gobierno un personaje tan singular como este. Si realmente tuviéramos una presidenta seria y rigurosa, este hombre ya habría hecho las maletas. ¿Es de recibo que rija los destinos de la Sanidad aragonesa quien se ha llenado la boca de bazofia para cargar contra los profesionales y usuarios de la sanidad pública? ¿Qué méritos y estudios avalan su presencia al frente de un departamento tan básico para la calidad de vida de los aragoneses cual el de Sanidad? Pero ojo al parche, lo defiende y mantiene la señora Rudi.