Los datos que ha divulgado la FAO son contundentes: el precio de las materias primas alimentarias subió un 6% mensual en julio, lo que presagia un aumento del hambre en los países subdesarrollados. Otra cifra certifica que el empeoramiento ya viene de los meses anteriores: a principios de este año las personas hambrientas en el mundo eran 925 millones, y ahora son 1.040 millones, más de las que había en el 2008. La posibilidad de una situación de emergencia en los próximos meses es elevada. La sequía y otras adversidades meteorológicas en algunos de los países productores de trigo, maíz y arroz es la explicación más inmediata del alza de precios. Pero no se pueden ignorar factores estratégicamente más importantes, como la creciente dedicación de zonas cultivables a la producción de biocombustibles, la adquisición de extensiones de tierras fértiles por corporaciones financieras internacionales y la desnaturalización del mercado de futuros alimentarios, que favorece la especulación con productos básicos. Pese a la crisis, el mundo está obligado a afrontar un grave problema.