Gracias a Motorland, Alcañiz y Zaragoza estarán en el mapa del mundo este fin de semana. Ha sido preciso meter más pasta en arreglos, accesos, tribunas, seguridad y tal... pero, oigan, no sólo vamos a tener aquí a la elite mundial del motociclismo sino a... (¡tatachán!) ¡Paris Hilton!.. A tan estupenda celebrity le paga el caché BMW (¡a quién se le ocurre!, ¡por un poco más ya hubiéramos corrido nosotros con el gasto!) y la Sala Oasis ha subarrendado a la nena, que se lucirá en su local durante la noche-madrugá del sábado al domingo. Allí podrá verla de cerca la parroquia. Los patosos y agoreros de siempre dicen que Paris es pequeñaja, lleva las tetas de silicona y no logró interesar gran cosa a Cristiano Ronaldo, cuando este la llevó a casa tras una soirée de juerga y, en vez de hacerle los honores, acabó perdiéndose por la mansión de la Hilton, autoadmirando su figura apolínea ante espejos y cristaleras. Más aún: estos incrédulos ponen en duda que la famosa heredera desheredada pueda estar en el Oasis a las dos de la madrugada y en Motorland siete horas después, a las nueve. No tienen en cuenta que el show business es capaz de los mayores milagros. Mentira parece que la misma Tierra Noble capaz de creerse a pies juntillas aquello de Gran Scala se muestre hoy escéptica ante los grandes logros de Motorland.

Paris Hilton encenderá nuestro firmamento como José Ángel Biel (su anfitrión en cierta forma) conseguirá repelar en Aragón todos los votos de la derecha, hacerse presente en el Parlamento español, meter (más) baza en el Gobierno aragonés y acechar al ídem español en cuanto Rajoy toque chufa.

Tal vez alguno de ustedes, leyendo estas boberías, clame al cielo que no están los tiempos para divagaciones, que en esta crisis es preciso fijar toda nuestra atención en la economía. el empleo y las cosas de comer. Pero yo vengo sosteniendo que el crash bursátil, la prima de riesgo y la estafa hipotecaria tienen mucho que ver con los circuitos de alta velocidad públicos, el patrocinio de las carreras por cuenta del contribuyente y la autoestima patria comprada a precio de oro. Si la crisis fuese una gamba con gabardina, la ubicua Paris sería el rebozado.